La crisis política y social en Nepal alcanzó un nuevo nivel de dramatismo este martes, tras confirmarse la muerte de Rajyalaxmi Chitrakar, esposa del ex primer ministro Jhalanath Khanal, quien no sobrevivió a las graves quemaduras sufridas cuando manifestantes incendiaron su vivienda en Katmandú con ella dentro.
Según informó EFE, Chitrakar fue trasladada en estado crítico al Hospital de Quemados de Kirtipur, donde falleció durante el tratamiento. La violencia también dejó saldo en las calles tres manifestantes murieron en el Hospital Civil, lo que eleva a 25 el total de víctimas fatales en las protestas de los últimos días, de acuerdo con declaraciones del director del centro, Mohan Regmi.
La tensión política se incrementó aún más con la renuncia del primer ministro KP Sharma Oli, quien dimitió el lunes tras la represión policial que cobró la vida de al menos 19 personas en una sola jornada, considerada una de las más sangrientas de los últimos años en el país himalayo. En su carta dirigida a la presidencia, Oli afirmó haber dejado el cargo “para dar pasos hacia una solución política y la resolución de los problemas”.
Las manifestaciones, impulsadas por reclamos de mayor apertura democrática y denuncias de corrupción, han sido reprimidas con fuerza por las autoridades, lo que generó condena de organismos de derechos humanos tanto locales como internacionales. Estas organizaciones han exigido una investigación independiente sobre las muertes y el uso excesivo de la fuerza.
Con la salida de Oli, se abre un escenario incierto en Nepal. Las principales fuerzas políticas deberán negociar una salida a la crisis para restaurar la confianza ciudadana y evitar que la violencia siga escalando. Analistas advierten que el desenlace de este conflicto será determinante para el futuro inmediato de la joven democracia nepalí.
