Las calles de Nepal viven días convulsos tras una ola de protestas que han dejado al menos 25 muertos y decenas de heridos, en medio de un creciente rechazo ciudadano hacia el Gobierno. La presión social alcanzó su punto máximo este lunes, cuando el primer ministro KP Sharma Oli presentó su renuncia en una de las jornadas más violentas que recuerda el país en los últimos años.
Según informó Infobae, la dimisión de Oli se produjo después de la represión policial contra manifestantes, en la que murieron al menos 19 personas en un solo día. El propio líder envió una carta a la presidencia en la que justificó su decisión como un paso “hacia una solución política y la resolución de los problemas” que sacuden a la nación himalaya.
La crisis, sin embargo, no se limita al plano político. El ministro de Finanzas, Bishnu Paudel, fue agredido por una multitud durante una manifestación, hecho registrado en video y difundido en redes sociales. En paralelo, la violencia alcanzó tintes dramáticos cuando Rajyalaxmi Chitrakar, esposa del ex primer ministro Jhalanath Khanal, falleció tras sufrir graves quemaduras provocadas por un incendio en su vivienda, presuntamente causado por manifestantes.
Hospitales de Katmandú han confirmado que, además de las muertes, decenas de personas permanecen ingresadas en estado crítico. Organismos de derechos humanos locales e internacionales han condenado el uso excesivo de la fuerza y han reclamado una investigación independiente que esclarezca responsabilidades.
La salida de Oli abre un escenario incierto. Los partidos deberán negociar una salida política que calme las protestas y devuelva la confianza a las instituciones. Analistas locales advierten que, si no se atienden las demandas de la población —especialmente las de los jóvenes que lideran las movilizaciones—, el país podría enfrentar un ciclo prolongado de inestabilidad.
El caso nepalí refleja una tendencia más amplia en Asia del Sur, donde el descontento social se articula cada vez más a través de movimientos juveniles con fuerte presencia digital. Para Nepal, la tarea inmediata será evitar que la crisis actual erosione aún más la frágil gobernabilidad y que la violencia siga cobrando vidas.