Niño atropellado en Santiago destapa crisis vial por acrobacias

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En el sector Las Tres Cruces de Jacagua, Santiago, un niño de apenas cinco años lucha por su vida luego de que un motorista lo embistiera mientras “calibraba” su máquina sobre una vía peatonal. El conductor huyó y, según vecinos, la escena refleja un hábito que ya se volvió rutina motociclistas que convierten las aceras en pistas de exhibición temeraria.

Las cifras confirman que la tragedia no es casualidad. El Observatorio Permanente de Seguridad Vial (OPSEVI) reportó 3 114 muertes por accidentes de tránsito en 2024; el 68 % involucró motocicletas, lo que se traduce en un fallecido cada tres horas en el país. No es coincidencia que República Dominicana ocupe el segundo lugar de América Latina en mortalidad vial, según la OPS y el recién firmado Pacto Nacional por la Seguridad Vial, que se fija la meta de reducir las muertes un 15 % anual hasta 2030.

En Las Tres Cruces, la indignación crece porque el episodio ocurre a solo una semana de que un joven boxeador muriera atropellado en Los Salados, también víctima de un motorista que hacía acrobacias. Los comunitarios aseguran que han denunciado la situación “cien veces” y culpan a la impunidad: rara vez hay consecuencias para quienes practican estas maniobras.

La Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett) ha montado operativos puntuales en Semana Santa retuvo más de 230 motocicletas y desplegó cerca de 2 000 agentes, pero los resultados no se sienten en los barrios, donde los calibradores circulan al caer la tarde como si las calles fueran suyas. “Nos prometen patrullaje, pero a la hora de la verdad seguimos solos”, se queja doña Carmen Jiménez, cuyo colmado queda a pasos del lugar del atropello.

Expertos en seguridad vial advierten que, si bien las incautaciones y las campañas educativas ayudan, el problema exige una estrategia más robusta puntos de control frecuentes, juzgados de tránsito que sancionen con prontitud y un sistema de licencias por puntos que quite de circulación al reincidente. “El reto es quebrar la percepción de que manejar con imprudencia sale gratis”, apunta el urbanista Héctor García.

Mientras tanto, el menor permanece ingresado con pronóstico reservado y la comunidad vigila cada ambulancia con la esperanza de buenas noticias. “Aquí cualquiera puede ser el próximo”, dice un vecino. Y aunque suene crudo, esa sensación de lotería mortal resume la urgencia transformar la cultura vial antes de que otra familia reciba la peor llamada.

Penelope Herrera
Penelope Herrera
Periodista digital con más de 4 años de experiencia en medios de comunicación. Secretaria Ejecutiva en empresa de desarrollo web y publicidad digital.

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