Ana Corina Sosa vivió una jornada que difícilmente olvidará. Con la voz entrecortada y el aplauso prolongado de un auditorio de pie, la hija de María Corina Machado recibió en Oslo el Premio Nobel de la Paz en nombre de la dirigente opositora venezolana, quien no logró llegar a tiempo para la ceremonia pese a encontrarse ya en viaje hacia la capital noruega.
Según la agencia EFE, Sosa se inclinó para recibir el diploma y la medalla que acompañan el galardón, un gesto solemne que realizó frente a una enorme fotografía de su madre y bajo la mirada atenta del Comité Noruego del Nobel. El acto estuvo encabezado por los reyes Harald V y Sonia, cuya presencia reforzó el tono histórico del momento.
El ambiente en el Ayuntamiento de Oslo se cargó de emoción cuando Sosa expresó que, tras 16 meses sin verla, finalmente podrá abrazar a su madre “en solo unas horas”. Sus palabras abrieron una ventana a la dimensión humana del exilio político, recordando a las muchas familias venezolanas separadas por la crisis. Entre los asistentes destacaron figuras como el opositor Edmundo González, el primer ministro noruego Jonas Gahr Store y los presidentes de Argentina, Panamá y Paraguay, un cuadro diplomático que subrayó el interés internacional por la situación venezolana.
La ceremonia tuvo un giro político contundente cuando Jørgen Watne Frydnes, presidente del Comité Nobel, dirigió un mensaje directo al mandatario venezolano Nicolás Maduro. El funcionario instó a aceptar los resultados electorales y renunciar al cargo para facilitar una transición democrática. La declaración provocó un aplauso cerrado en el recinto, una señal clara del respaldo internacional a la ruta opositora. Frydnes recordó que Venezuela enfrenta una de las mayores crisis migratorias del planeta, con más de ocho millones de personas desplazadas, y describió un panorama marcado por persecuciones, torturas y silenciamiento sistemático de voces disidentes.
Ese señalamiento resonó en un país donde la represión ha sido documentada por organismos como la ONU y Human Rights Watch, que han denunciado patrones de detenciones arbitrarias y tratos crueles en centros de reclusión. Aludiendo a ese contexto, Frydnes afirmó que mientras la ceremonia transcurría en Oslo, “hay personas inocentes encerradas en celdas oscuras en Venezuela”, recordando la distancia abismal entre el homenaje internacional y la realidad que viven muchos presos políticos.
El Nobel otorgado a Machado no solo reconoce su rol dentro del movimiento opositor; también coloca nuevamente a Venezuela en el centro del debate global sobre democracia y derechos humanos. La llegada inminente de la galardonada a Oslo promete añadir un nuevo capítulo a una historia que, más allá de los discursos, sigue marcada por el anhelo de millones de venezolanos de recuperar un país donde la libertad política deje de ser un privilegio para convertirse en norma.








