El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó este martes el despliegue de una misión internacional en Haití, con el objetivo de contener a las bandas armadas que mantienen bajo asedio a gran parte de la población. La decisión fue calificada como un “paso histórico” por el presidente del Consejo Presidencial de Transición, Laurent Saint-Cyr, quien destacó que el llamado de su gobierno finalmente fue escuchado por la comunidad internacional.
Según informó la agencia EFE, Saint-Cyr agradeció de manera especial a Estados Unidos y Panamá, principales impulsores de la resolución, y aseguró que esta representa un “giro decisivo” en la lucha contra los grupos criminales que paralizan la economía haitiana y siembran el miedo en las comunidades.
El primer ministro Alix Didier Fils-Aimé también consideró la resolución como un avance crucial en la cooperación internacional. Valoró el compromiso de Estados Unidos, la colaboración de Panamá y el apoyo brindado por países del Caribe y de la Organización de Estados Americanos (OEA). A la vez, reconoció la disposición de Kenia, que desde hace meses ha liderado los preparativos para encabezar el componente policial de la misión.
La resolución establece la transformación de la actual Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en una fuerza más robusta, con hasta 5,500 efectivos entre militares y policías, respaldada por una Oficina de Apoyo de la ONU para asegurar su coordinación. Este despliegue busca enfrentar uno de los mayores retos de Haití: la expansión de bandas armadas que controlan vastas zonas de Puerto Príncipe y otras regiones, limitando el acceso a servicios básicos, desplazando comunidades enteras y comprometiendo la recuperación económica.
Aunque la resolución fue adoptada gracias a la abstención de China y Rusia, persisten interrogantes sobre la sostenibilidad y el alcance real de la misión. Experiencias previas en Haití con operaciones internacionales han dejado un legado mixto, marcado tanto por avances en seguridad como por controversias en materia de derechos humanos y transparencia.
La comunidad internacional, sin embargo, parece decidida a no repetir los errores del pasado. Para el gobierno haitiano, la aprobación representa no solo un respiro en materia de seguridad, sino también la posibilidad de abrir un camino hacia la estabilidad institucional y la reactivación económica.
Con la llegada de la fuerza internacional, Haití encara una etapa decisiva. El desafío será garantizar que el esfuerzo colectivo de los países aliados logre devolver confianza y seguridad a una nación que lleva más de una década atrapada en crisis sucesivas.








