La tensión volvió a sentirse en el Área Metropolitana de Río de Janeiro desde la madrugada, cuando un amplio contingente policial irrumpió en el Complejo do Salgueiro con el objetivo de desarticular estructuras sensibles del crimen organizado. El operativo sorprendió a los residentes entre el ruido de helicópteros, el desplazamiento de blindados y el eco de los primeros intercambios de disparos.
Según EFE, la intervención forma parte de la segunda fase de la Operación Contención, una estrategia que las autoridades brasileñas retomaron tras la violenta jornada de octubre, cuando un despliegue similar en los complejos de Penha y Alemão dejó un saldo de 122 muertos y abrió un debate nacional sobre el uso de la fuerza en las favelas.
La ofensiva de este jueves se concentró en intentar capturar a figuras relevantes del Comando Vermelho, una red criminal con medio siglo de existencia que extendió sus tentáculos desde las cárceles cariocas hacia gran parte del territorio brasileño e incluso fronteras extranjeras. A pesar de los enfrentamientos aislados y de las barricadas encendidas por grupos armados, las autoridades no reportaron víctimas ni detenciones durante las primeras horas del operativo.
El objetivo más buscado es Antonio Ilário Ferreira, alias Barricó, un hombre de 61 años acusado de coordinar a los principales grupos de pistoleros en São Gonçalo. Su trayectoria refleja la complejidad del crimen organizado en Brasil: condenado a 27 años, liberado en 2019 por un beneficio judicial y prófugo desde entonces. La Policía sostiene que su captura sería un golpe estratégico para frenar la expansión territorial del Comando Vermelho.
El despliegue incluyó 880 agentes de la Policía Militar y 120 de la Policía Civil, apoyados por blindados y helicópteros que sobrevolaron la zona desde antes del amanecer. Una de las dificultades mayores fue la remoción de obstáculos colocados por los narcotraficantes para impedir el avance de los vehículos oficiales. Entre los restos incendiados y los callejones bloqueados, los agentes intentaban asegurar rutas de acceso a sectores históricamente controlados por la organización.
La memoria de lo ocurrido en octubre sigue fresca. En aquella ocasión, la Fiscalía brasileña señaló irregularidades graves, como cadáveres con lesiones que no coincidían con un intercambio de disparos típico. Las revelaciones incluyendo un caso de ejecución a corta distancia y otro de decapitación impulsaron una serie de cuestionamientos sobre los protocolos utilizados en áreas densamente pobladas.
Mientras avanza esta nueva fase, especialistas en seguridad consultados por medios locales advierten que la presión policial, aunque necesaria en momentos críticos, difícilmente resolverá por sí sola la estructura de poder que domina muchas favelas. Coinciden en que los operativos a gran escala pueden debilitar momentáneamente a las facciones, pero la ausencia de políticas sostenidas de integración social, urbanización y control territorial facilita que los grupos criminales se reorganicen con rapidez.
Los residentes del Complejo do Salgueiro, como en otras ocasiones, viven entre la incertidumbre y la rutina interrumpida, intentando sortear un ambiente donde la presencia del Estado llega casi siempre a través de la confrontación armada. Las próximas horas serán determinantes para saber si la Operación Contención logra avanzar hacia sus objetivos o si, como ha ocurrido tantas veces, termina mostrando más la complejidad del problema que su solución.
