Santo Domingo, R.D. El Ministerio Público detuvo las obras del proyecto inmobiliario The Reef, S.R.L. en Punta Bonita, Las Terrenas, tras confirmar la destrucción de manglares y el relleno de humedales protegidos. La medida, ejecutada por la Procuraduría Especializada para la Defensa del Medio Ambiente y los Recursos Naturales (Proedemaren), responde a violaciones graves de la Ley 64-00 y de otras normativas ambientales vigentes.
De acuerdo con la propia Proedemaren y los peritos de la Comisión Ambiental de la UASD que participaron en el allanamiento, la constructora elevó terrenos hasta 1.7 metros, cortó tres especies de mangle, desvió cursos de agua y abrió un canal de drenaje que fragmentó el ecosistema costero. Durante la inspección se incautaron retroexcavadoras, perforadoras y otros equipos que operaban en plena franja de protección ecológica.
La prevención por encima del cemento
El artículo 8 de la Ley 64-00 es tajante: cuando exista riesgo ambiental, el principio de prevención se impone sobre cualquier interés privado. Por eso la fiscalía ordenó la paralización inmediata antes de que el impacto fuera irreversible. Las violaciones también alcanzan la Ley 333-15 de Biodiversidad, la 307-04 de Pesca y Acuicultura y la 58-19 Forestal.
Esta acción oficial llega en un momento crítico. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente, la República Dominicana ha perdido cerca del 10 % de su cobertura de manglar en las últimas dos décadas, principalmente por presiones inmobiliarias y turísticas. Esa cifra debería alarmar: los manglares son barreras naturales frente a tormentas y refugio de especies marinas clave para la pesca artesanal de la bahía de Samaná.
Turismo sí, pero sostenible
El norte de Samaná vive un boom de proyectos de lujo que, mal gestionados, pueden replicar los errores de Punta Cana en sus primeros años: erosión de playas, salinización de acuíferos y desplazamiento de comunidades pesqueras. Organizaciones como Grupo Jaragua y SOS Ambiente RD han advertido que, si el modelo se basa solo en “sol y playa” y se ignoran los humedales, el destino perderá su principal atractivo: la biodiversidad.
En contraste, iniciativas de bajo impacto como el senderismo en los humedales de Taino Park o la observación de aves en los estuarios de Miches demuestran que hay demanda para un turismo que genere divisas sin devastar el entorno. El caso The Reef debe servir de campanazo a desarrolladores y autoridades locales la competitividad turística del país depende de ecosistemas sanos, no de concreto indiscriminado.
Próximos pasos legales
La Proedemaren adelantó que presentará cargos penales y civiles contra los responsables de The Reef, S.R.L. Si el tribunal los declara culpables, podrían enfrentar multas millonarias, restitución de los daños y la obligación de reforestar con especies nativas de manglar. Además, técnicos del Viceministerio de Suelos y Aguas evaluarían la viabilidad de remediación in situ para evitar lixiviados que contaminen la laguna costera adyacente.
Mientras tanto, la comunidad de Las Terrenas exige transparencia. Residentes consultados denuncian que las licencias ambientales se otorgan con rapidez, pero la supervisión es mínima. Piden al Ayuntamiento publicar todos los estudios de impacto ambiental y celebrar vistas públicas antes de reactivar cualquier obra.
Un precedente necesario
La paralización de The Reef envía un mensaje claro en la República Dominicana ya no basta con pagar un permiso; hay que construir dentro de la ley y con respeto al ambiente. Si las instituciones mantienen la misma firmeza en otros proyectos cuestionados desde los rellenos en la laguna Saladilla en Barahona hasta las torres planificadas junto al Parque Mirador del Este, el país podría empezar a revertir la pérdida de humedales que hoy nos pasa factura con inundaciones y pérdida de pesca.
Que este caso no se quede en la foto del allanamiento. El verdadero éxito será ver la zona restaurada, con manglares jóvenes y corredores biológicos que devuelvan la vida a Punta Bonita. Ahí se medirá el compromiso de todos: Estado, empresarios y comunidades. Solo así, Samaná seguirá siendo sinónimo de belleza natural y no de cemento sobre mangle.