pesebre en chicago provoca debate por simbolismo migratorio

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Las festividades navideñas en Evanston tomaron un giro inesperado cuando una iglesia local decidió replantear el tradicional pesebre para enfrentar, de manera directa, la realidad que viven miles de familias migrantes en Estados Unidos. La escena, lejos del ambiente sereno que suele acompañar estas representaciones, busca interpelar a quienes pasan frente al templo y obligarlos a mirar un tema que continúa marcando la vida de las comunidades vulnerables.

Según EFE, la iglesia bautista Lake Street quiso responder a una pregunta sencilla pero desafiante cómo luciría el nacimiento de Jesús si ocurriera en el contexto migratorio actual. La instalación, dirigida por la ministra asociada Jillian Westerfield, presenta imágenes fuertes que recuerdan prácticas registradas en centros de detención y operativos federales.

La propuesta se distancia de cualquier lectura complaciente. María y José aparecen con máscaras protectoras, una referencia directa al uso de gases lacrimógenos en protestas y operativos policiales recientes. El Niño Jesús, maniatado y cubierto con una manta térmica, evoca las escenas ampliamente documentadas en instalaciones de ICE, donde menores separados de sus familias fueron alojados con recursos mínimos. Incluso se incluyeron figuras de centuriones vestidos como agentes migratorios, un guiño deliberado al choque entre fe, poder y control fronterizo.

Para Westerfield, el pesebre no pretende provocar por simple impacto visual, sino recordar que la historia bíblica también narra la huida de una familia perseguida. Ese paralelo, afirma, sigue vigente cuando comunidades enteras intentan escapar de la violencia o la pobreza y terminan enfrentándose a políticas cada vez más restrictivas. La ministra menciona episodios ocurridos en Chicago durante operativos como “Midwest Blitz”, donde se documentaron detenciones con niños esposados; esas memorias influyeron directamente en la instalación.

El mensaje ha incomodado a muchos. Hubo quien retiró la máscara de María y la cinta que ataba al Niño Jesús, un gesto que para la iglesia revela la tensión entre lo que la gente está dispuesta a tolerar en una figura religiosa y lo que se normaliza cuando ocurre con personas reales. Aun así, el equipo decidió reponer cada elemento, convencido de que la discusión no debe suavizarse.

Aunque algunos críticos acusan a la congregación de usar la Navidad con fines políticos, los líderes insisten en que se trata de una postura moral. El reverendo Michael Woolf invita a reflexionar sobre las familias que continúan huyendo de conflictos y persecuciones, enfrentando separación, encierro y deshumanización. Su objetivo, asegura, es mover a la acción, no ganarse simpatías partidarias.

La iglesia de Evanston tiene una trayectoria de pesebres disruptivos. En 2023 mostraron al Niño Jesús rodeado de escombros en referencia a la guerra en Gaza, una forma de recordar que los escenarios de vulnerabilidad cambian, pero la necesidad de empatía se mantiene. Este año, la conversación vuelve a ser incómoda y necesaria, un recordatorio de que la Navidad, para muchos, no llega acompañada de calma sino de incertidumbre.

Redacción
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