Los productores agrícolas de la zona baja del río Masacre, en Dajabón, siguen enfrentando una crítica escasez de agua que amenaza la supervivencia de sus cultivos, especialmente los sembradíos de arroz. La falta de lluvias y la ausencia de soluciones efectivas por parte del Gobierno mantienen en incertidumbre a decenas de familias que dependen del riego para sostener su producción.
Según publicó el medio Noticias, la Secretaría de Asuntos Hídricos del partido Fuerza del Pueblo advirtió sobre el “desamparo” que viven los cosecheros de la región. En su más reciente comunicado, la organización calificó de “fiasco” la anunciada rehabilitación del canal La Vigía, infraestructura construida en 1983 y fuera de servicio desde hace más de quince años.
El proyecto, que el Gobierno había prometido reactivar para contrarrestar los efectos del canal que Haití construyó sobre el río Dajabón, no ha dado los resultados esperados. La medida provisional la instalación de bombas para conducir el agua hacia La Vigía fue abandonada sin completar las obras eléctricas necesarias. “Hasta el día de hoy no se ha hecho nada; al contrario, retiraron las bombas, agravando la falta de agua para los productores”, denunció la organización.
La situación afecta a más de 25 mil tareas cultivadas con arroz, plátanos y pastos en la franja fronteriza, lo que impacta no solo a los agricultores, sino también al abastecimiento de alimentos en la región noroeste. Además, los productores enfrentan el golpe de las importaciones masivas de arroz, que reducen la rentabilidad del cultivo local.
La Fuerza del Pueblo llamó al Gobierno a “asumir su responsabilidad en la gestión del agua” y adoptar medidas urgentes para asegurar un suministro sostenible. Entre las acciones sugeridas figuran la reparación completa del canal La Vigía, la instalación de equipos permanentes de bombeo y un plan de manejo hídrico que garantice la continuidad del riego durante los períodos de sequía.
Expertos consultados señalan que el conflicto por el uso del río Masacre y el deterioro de las infraestructuras de riego son síntomas de una crisis más amplia en la gestión del agua en la frontera. De no tomarse decisiones inmediatas, advierten, la producción agrícola podría reducirse drásticamente en los próximos meses, afectando el empleo y la seguridad alimentaria en una de las zonas más vulnerables del país.








