El contacto directo entre Caracas y Moscú volvió a cobrar protagonismo con la reciente conversación telefónica entre Vladímir Putin y Nicolás Maduro, un intercambio que ocurre en un momento de fricciones crecientes en el mapa geopolítico del continente.
Según EFE, el mandatario ruso expresó su apoyo al Gobierno venezolano y destacó que su compromiso con Caracas se mantiene firme pese al escenario internacional. La comunicación marca el primer diálogo entre ambos líderes desde que aumentó la presión política desde Washington.
A lo largo del intercambio, Putin y Maduro repasaron el estado de una relación bilateral que ha evolucionado hacia un esquema de cooperación más amplio desde que entró en vigor su acuerdo estratégico de 2025. Ambos gobiernos insisten en que ese marco abre rutas conjuntas en energía, finanzas, comercio y áreas culturales que buscan oxigenar a la economía venezolana y, al mismo tiempo, garantizar la presencia rusa en un territorio que históricamente ha estado bajo influencia de Estados Unidos.
El Kremlin afirmó que los canales de comunicación con Venezuela permanecen abiertos de manera constante. En Moscú insisten en que su apoyo apunta a reforzar la soberanía venezolana frente a presiones externas, una narrativa que encaja con el discurso de Maduro sobre la búsqueda de estabilidad económica y social. El presidente sudamericano sostuvo que Venezuela encara un año de crecimiento notable, aludiendo a proyecciones que colocan al país entre los de mayor expansión en la región.
Mientras estos vínculos se fortalecen, en Washington la Casa Blanca intenta restarle relevancia al acercamiento. La portavoz Karoline Leavitt aseguró que el presidente Donald Trump no ve con preocupación la relación entre Maduro y Putin y descartó que haya existido alguna llamada entre ambos mandatarios después del contacto con Caracas. Ese distanciamiento discursivo ocurre en paralelo al despliegue militar estadounidense en el Caribe, reforzado por la presencia del portaaviones USS Gerald Ford como parte de la operación Lanza del Sur, enfocada oficialmente en frenar el tráfico de drogas.
El acuerdo estratégico firmado en Moscú también toca aspectos de seguridad, incluido el terreno técnico-militar. Rusia ha evitado confirmar solicitudes concretas de equipamiento por parte de Venezuela, aunque parlamentarios y diplomáticos rusos han cerrado filas en torno a la legitimidad de Maduro y han pedido a la comunidad internacional condenar lo que describen como acciones agresivas de Washington.
La dinámica entre estos tres actores Caracas, Moscú y Washington se desarrolla como un juego de equilibrios en el que cada movimiento busca enviar un mensaje. Para Rusia, Venezuela continúa siendo un aliado clave en el hemisferio occidental; para Maduro, una tabla de respaldo político y económico; y para Estados Unidos, un punto sensible en su estrategia de seguridad regional. Lo que ocurra en los próximos meses definirá hasta dónde llegan estos alineamientos y cuánta presión puede absorber la región sin desbordarse.








