Recortes de EE. UU. al PEPFAR amenazan millones de vidas por VIH

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La decisión de Washington de cerrar el grifo al histórico Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del Sida (PEPFAR) cayó como un baldazo de agua fría en los países que dependen de esa ayuda para mantener a raya la epidemia. Basta con mirar las proyecciones de ONUSIDA si el tijeretazo se mantiene, de aquí a 2030 podríamos sumar seis millones de nuevas infecciones y cuatro millones de muertes relacionadas con el sida, revirtiendo décadas de avances.

Según la agencia EFE, el informe “Sida, crisis y el poder para transformar” recuerda que PEPFAR había apartado US$ 4.300 millones para 2025, fondos que se congelaron “de la noche a la mañana”. Los primeros impactos ya se sienten cadenas de suministro rotas, miles de clínicas cerradas y el colapso de programas de prevención en lugares tan dispares como Mozambique y Nigeria.

PEPFAR no es cualquier iniciativa desde 2003 ha sido la joya de la corona de la diplomacia sanitaria estadounidense, salvando más de 26 millones de vidas y financiando pruebas, tratamiento y prevención en más de 50 países. Aun sin autorización formal desde marzo, el programa seguía vivo gracias a partidas presupuestarias aprobadas por el Congreso, pero la nueva estrategia exterior de la Casa Blanca dejó esa válvula en seco.

Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, fue tajante en Johannesburgo: “Esto no es solo un déficit de dinero; es una bomba de tiempo”. La funcionaria denunció despidos masivos de personal sanitario y la desaparición de servicios clave para niñas, jóvenes y poblaciones vulnerables, justo cuando las infecciones venían cayendo 40 % desde 2010.

Los números respaldan la alarma en 2024, las muertes por sida bajaron a 630 000 un 54 % menos que en 2010 y cinco países, entre ellos Lesoto y Ruanda, marchaban rumbo a reducir 90 % sus contagios para 2030. Sin embargo, el corte de fondos ya desplomó la profilaxis preexposición (PrEP) en Nigeria de 40 000 a apenas 6 000 inicios mensuales, mientras 30 000 trabajadores de salud en Mozambique quedaron sin empleo.

El panorama se complica porque, en promedio, el 80 % del presupuesto de prevención en naciones de bajos ingresos proviene de donantes internacionales. ONUSIDA advierte que solo 25 de 60 países han subido su propio aporte y, aun así, el incremento ronda un modesto 8 %. Con economías asfixiadas por deudas y crecimiento lento, pretender que llenen solos el hueco es poco realista.

En Washington, el debate legislativo sobre la reautorización de PEPFAR sigue empantanado entre visiones encontradas sobre aborto y política exterior. Mientras tanto, organizaciones comunitarias cierran puertas y los avances científicos como nuevas formulaciones de antirretrovirales de acción prolongada corren el riesgo de quedarse en promesas.

¿Hay margen para evitar el retroceso? Sí, pero exige cintura política y solidaridad global. Los expertos proponen mezclar fuentes reactivar el financiamiento estadounidense, captar capital filantrópico a lo Bill & Melinda Gates y empujar a economías emergentes a invertir una tajada mayor de su PIB en salud pública. Un consenso mínimo permitiría a PEPFAR retomar el ritmo mientras se afinan modelos de cofinanciamiento que no dejen a nadie atrás.

En palabras de Byanyima “Frente a la crisis, el mundo debe elegir la transformación, no la retirada”. Lo contrario sería, sencillamente, cruzarse de brazos mientras la epidemia recupera terreno perdido.

Penelope Herrera
Penelope Herrera
Periodista digital con más de 4 años de experiencia en medios de comunicación. Secretaria Ejecutiva en empresa de desarrollo web y publicidad digital.

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