Unas doscientas personas, la mayoría de la etnia karen, cruzaron el río Moei y pisaron suelo tailandés durante la madrugada del jueves para escapar de los combates que recrudecieron en el estado Kayin, a apenas 2,5 kilómetros de la frontera con Tailandia.
Según despachos de EFE provenientes de Bangkok, la ofensiva de la Karen National Liberation Army (KNLA) contra una base del Tatmadaw el Ejército birmano obligó al destacamento especial Naresuan del Ejército tailandés a acoger temporalmente a 197 desplazados y fortalecer las patrullas en la provincia de Tak.
El estallido de violencia llega un día después de que la junta castrense prorrogara hasta el 31 de mayo el alto el fuego decretado tras el sismo del 28 de marzo, que dejó al menos 3 700 muertos y más de 5 000 heridos, de acuerdo con datos oficiales citados por. Organizaciones civiles aseguran que, pese a la tregua, continúan los bombardeos en varias regiones del este birmano.
Un informe de la ONU advierte que el terremoto profundizó la emergencia para el 23 de abril había más de 5 100 heridos y 115 desaparecidos, y cerca de 200 000 personas quedaron sin techo. La situación humanitaria se deteriora aún más en los campamentos del lado tailandés, donde al menos 108 000 birmanos sobreviven con raciones mínimas cinco centavos de dólar al día por niño menor de cinco años, denuncia Radio Free Asia.
La KNLA, brazo armado de la etnia karen, libra desde hace siete décadas una guerra intermitente contra Rangún. Tras el golpe militar de 2021, los insurgentes han intensificado sus ataques y controlan, según ONGs locales, casi el 40 % de la franja fronteriza con Tailandia. El Gobierno de Bangkok debe equilibrar la seguridad con la asistencia “Tailandia no devolverá a nadie a la línea de fuego, pero tampoco tomará partido”, declaró el teniente coronel Praphat Phonburi, respaldando la postura del Consejo de Seguridad Nacional que, el 4 de mayo, condenó toda acción que ponga en riesgo a civiles.
Las ONG advierten que la temporada de lluvias, prevista para junio, podría transformar los campamentos improvisados en lodazales, complicando el acceso al agua potable y disparando las enfermedades. Si los combates continúan, el número de desplazados podría duplicarse antes de que expire la tregua.