Durante la última década, la franja limítrofe con Haití ha vivido un ritmo de transformación que llama la atención de educadores, autoridades locales y organizaciones internacionales. Los avances en materia de lectoescritura y el aumento de la matrícula escolar han abierto un panorama de oportunidades, aunque persisten retos que demandan atención inmediata.
Tal como puntualiza mepyd en su más reciente monitoreo, la tasa de analfabetismo en la zona fronteriza experimentó una caída notable entre 2010 y 2022, mostrando mejoras por encima del promedio nacional. De manera similar, también se registró un ascenso en los años de escolaridad, con un incremento que se evidencia en la mayor parte de las provincias fronterizas. No obstante, la brecha digital continúa siendo un desafío urgente, pues todavía hay sectores con un acceso limitado a internet y menor uso de dispositivos inteligentes en comparación con otras regiones del país.
Diferentes análisis de organismos como la UNESCO reflejan que el rezago educativo no es exclusivo de la República Dominicana. En varios países de América Latina, la cobertura escolar experimenta fluctuaciones según la zona geográfica, la infraestructura y la disponibilidad de personal docente. Esa variación en la calidad y accesibilidad educativa repercute directamente en la capacidad de la población para insertarse en la economía digital. De acuerdo con un estudio del Banco Mundial (últimos reportes sobre inclusión digital en la región), la expansión del internet es fundamental para el desarrollo económico, la participación cívica y la generación de nuevas oportunidades laborales en las áreas con mayores necesidades.
Para mejorar el panorama, resulta vital impulsar programas de alfabetización adaptados a las circunstancias de las comunidades. Iniciativas que refuercen la escolaridad básica y, al mismo tiempo, fomenten el uso productivo de la tecnología, suelen marcar un antes y un después en las familias que habitan estas provincias. Además, el fortalecimiento de la capacitación docente y la implementación de programas comunitarios son estrategias útiles para atenuar la brecha educativa y digital, al mismo tiempo que se promueve la permanencia escolar.
En la práctica, el crecimiento económico de la frontera depende cada vez más de la disposición de una fuerza laboral con habilidades sólidas en lectura, escritura y manejo de herramientas digitales. Aquellos sectores públicos y privados que han invertido en infraestructura escolar y conectividad han logrado, en el mediano plazo, reducir la disparidad con el resto del país. Sin embargo, la constancia en la ejecución de políticas de inclusión y el seguimiento continuo de estas medidas marcan la diferencia entre un avance temporal y una mejora duradera.
Los esfuerzos por acortar distancias también requieren un buen nivel de coordinación entre el gobierno central y las autoridades locales, para garantizar que cualquier iniciativa refleje la realidad de cada provincia y responda a necesidades concretas. Las alianzas con el sector privado, las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil refuerzan esta labor, asegurando que la juventud se forme con destrezas de vanguardia, desde la educación básica hasta la universitaria.
La zona fronteriza, con su diversidad cultural y su papel económico, reúne condiciones únicas para convertirse en un modelo de progreso sostenible si se abordan las brechas de alfabetización y conectividad de forma integral. Es un escenario donde la innovación y la educación encuentran un punto de convergencia, siempre que se impulsen políticas públicas inclusivas y se promueva la corresponsabilidad de todos los actores sociales.