Las historias de fertilidad suelen estar marcadas por la esperanza, pero esta vez el relato se ha tornado inquietante. Decenas de familias europeas descubren que los hijos concebidos gracias a un mismo donante podrían estar expuestos a un riesgo genético severo, una noticia que ha sacudido tanto a especialistas como a padres que apenas comienzan a criar a sus pequeños.
Según la agencia EFE, la alerta surge tras revelarse que el material reproductivo de un donante danés identificado como 7069 portaba una alteración asociada al síndrome de Li Fraumeni, un trastorno que predispone a desarrollar cáncer a edades tempranas. El caso salió a la luz al detectarse la mutación TP53 en revisiones recientes, un hallazgo que no era posible identificar cuando comenzó a donar en 2005.
El estudiante había pasado los controles médicos de la época y sus muestras se distribuyeron de forma masiva durante casi dos décadas. Ese alcance internacional, sin legislación común que limite el número de nacimientos por donante, permitió que su esperma se utilizara en 67 clínicas de catorce países europeos. La dimensión de la situación se vuelve más cruda cuando los investigadores confirman que ya existen niños enfermos y que algunos han fallecido siendo apenas unos infantes.
Especialistas como la investigadora francesa Edwige Kasper insisten en la necesidad urgente de localizar a todos los descendientes para darles seguimiento clínico. Ese rastreo, sin embargo, es complicado debido a que el sector de la reproducción asistida opera de forma desigual en Europa, con normas distintas y escasa coordinación entre países. En Dinamarca, donde se originaron las donaciones, la nueva mutación solo se detectó en 2023 gracias a pruebas mucho más sensibles que las de 2005, cuando la carga genética dañada se encontraba en un porcentaje ínfimo de células.
España ocupa un lugar central en esta trama. Cuatro clínicas utilizaron el esperma del donante, lo que resultó en 35 nacimientos, diez de ellos de familias españolas y el resto de mujeres extranjeras que viajaron al país para el tratamiento, aun cuando la ley española fija un límite de seis familias por donante. Tres de esos menores han dado positivo a la mutación y uno ya está bajo tratamiento oncológico, un golpe duro para hogares que nunca imaginaron enfrentar esta realidad.
La expansión del caso también tocó a Países Bajos, donde se concibieron 49 bebés antes de que las autoridades recomendaran restringir el uso del mismo donante. Bélgica suma 53 nacimientos y su Fiscalía abrió una investigación para determinar si hubo negligencia en la supervisión del hospital UZ Brussel, uno de los centros que empleó el material genético. En Grecia, tres menores de una misma familia ya presentan la mutación y uno recibe tratamiento por cáncer.
Alemania, Irlanda, Polonia, Albania, Kosovo y otros países figuran en la ruta de distribución del esperma, aunque con impactos variables. En territorio alemán nacieron dos niños, uno de ellos ya enfermo; en otras naciones el material no llegó a generar embarazos. Este mosaico europeo evidencia un problema más profundo: el llamado “turismo reproductivo”, que permite a personas viajar a distintos países para sortear limitaciones locales y que, en este caso, contribuyó a que las donaciones se multiplicaran sin control.
El propio Banco Europeo de Esperma reconoció que se superaron límites establecidos en algunos países, atribuyendo el desbordamiento a fallas en la comunicación con las clínicas y a la falta de sistemas robustos para seguir la trazabilidad de las muestras. La institución enfrenta un cuestionamiento fuerte, no solo por el volumen de nacimientos asociados a un único donante, sino por la ausencia de mecanismos coordinados que eviten que tragedias como esta se repitan.
Europa encara ahora un desafío sanitario, ético y legal proteger a los niños ya nacidos, garantizar información clara a las familias afectadas y establecer normas que prevengan excesos en el sector de fertilidad. Las investigaciones en curso podrían marcar un antes y un después en cómo se regula un ámbito donde la ciencia avanza más rápido que las leyes, y donde cada decisión impacta directamente en la vida de quienes buscan formar una familia.








