La mañana de este viernes (08:58 hora local) un sismo de magnitud 7,5 remeció el extremo sur de Chile, a 218 km al sur de Puerto Williams–prácticamente en el confín del continentey puso a correr a todo el sistema de emergencias chileno. Las sirenas sonaron de inmediato y Senapred activó la orden de evacuar el borde costero de la región de Magallanes, Punta Arenas y hasta las bases en la Antártida, ante la posibilidad de un tsunami.
Según EFE, el temblor ocurrió a apenas 10 km de profundidad, un dato que aumenta la energía liberada en superficie y explica por qué se sintió con fuerza incluso en la ciudad de Ushuaia, Argentina. El Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) confirmó la alerta por “variaciones anómalas” del nivel del mar, mientras el presidente Gabriel Boric llamó a la calma y recordó que “todos los recursos del Estado están a disposición” para la emergencia.
¿Por qué asusta tanto un 7,5 en esta zona?
El tramo austral de la falla de Nazca–Sudamericana es menos poblado, pero no por eso menos crítico. De hecho, la USGS ubica el foco en el pasaje de Drake, el mismo corredor tectónico que en 2010 descargó 8,8 Mw frente a Maule y, décadas antes, el mítico 9,5 Mw de Valdivia en 1960, el terremoto más poderoso medido en el planeta. Con ese historial, cualquier sacudida fuerte activa de inmediato los protocolos de tsunami y las redes de refugios costeros que Chile ha venido perfeccionando tras cada desastre.
Primer balance sin daños ni heridos, pero con la mirada puesta en el mar
Hasta el cierre de esta nota, Senapred no reporta lesionados ni daños estructurales. Los aeropuertos de Punta Arenas y Puerto Williams siguen operativos, aunque con capacidad reducida para priorizar vuelos de emergencia. Especialistas consultados señalan que la baja densidad urbana en Magallanes amortiguó el impacto, pero advierten que el verdadero peligro está en las olas: en eventos similares, el primer tren de tsunami puede tardar entre 20 y 40 minutos en golpear la costa. Por eso cada minuto de evacuación cuenta.
Logística en “el fin del mundo”
Mover población en la Patagonia chilena es otra historia. Hay escasos caminos pavimentados, el clima es impredecible y las comunicaciones dependen de enlaces satelitales. Autoridades locales dicen que las sirenas y mensajes SAE funcionaron bien, pero admiten que sectores aislados podrían quedar incomunicados si el oleaje daña muelles o fibra óptica submarina. Esa vulnerabilidad explica por qué Magallanes participa en ejercicios anuales con la Armada de EE.UU. y la ONEMI para ensayar evacuaciones “a la antigua” radios VHF y hasta altavoces montados en camionetas.
El panorama sísmico regional y lo que viene
La USGS y el Centro Sismológico Nacional todavía procesan réplicas de entre 4 y 5 gradosnormales tras un evento principal de esta magnitud. El SHOA mantendrá la alerta de tsunami hasta verificar al menos tres mediciones consecutivas de nivel de mar dentro de parámetros normales. Si se confirman olas superiores a un metro en bahías cerradas, la alerta podría prolongarse varias horas más.
Para la República Dominicana y el Caribe no hay amenaza directa; el mismo anillo de fuego mantiene a cada quien ocupado en su propio segmento. Pero vale la pena recordar que los sistemas de alerta de tsunami del Pacífico y del Atlántico comparten datos en tiempo real cualquier variación atípica llegaría de inmediato a los centros de monitoreo de Santo Domingo.
Recomendación final
Mi gente que vive o viaja por el cono sur: sigan únicamente los canales oficialesSenapred, SHOA y la cuenta X de @gabrielboricy eviten difundir videos o audios sin verificar. La experiencia chilena demuestra que la desinformación, más que el temblor, puede costar vidas. Mientras tanto, el mundo observa cómo un país acostumbrado a los terremotos vuelve a poner a prueba su cultura sísmica.
