Tragedia del Jet Set muere joven en San Cristóbal y ya son 233 víctimas

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San Cristóbal, R. D. Con la muerte de la joven Evelyn Navarro, quien llevaba 24 días luchando por su vida tras el colapso de la discoteca Jet Set el pasado 8 de abril, la lista de víctimas fatales ascendió a 233. La noticia estremeció a una provincia que todavía no termina de procesar el dolor que dejó la peor catástrofe nocturna registrada en el país desde que se tiene memoria.

La muchacha, de 22 años, fue rescatada entre hierros retorcidos y concreto. Sufrió fracturas múltiples y un trauma severo en la pierna derecha que obligó a los cirujanos a realizarle varias intervenciones. Según fuentes médicas, el cuadro se complicó cuando desarrolló insuficiencia renal y, luego, una infección bacteriana intrahospitalaria que sus parientes sin seguro médico robusto apenas pudieron costear. «Hubo momentos en que la familia dependía de colectas y rifas para cubrir hemodiálisis y antibióticos», lamentó un allegado consultado por esta redacción.

Veinticuatro días de angustia

El deceso se produjo a las 5:40 a. m. de este viernes en una clínica privada de la ciudad. A esas horas, aún permanecen ingresados 17 heridos, tres de ellos críticos. Datos del Ministerio de Salud Pública indican que el 38 % de los hospitalizados presenta complicaciones por aplastamiento principalmente síndrome compartimental y falla renal, un patrón que, según la Sociedad Dominicana de Ortopedia, “se dispara cuando los rescates superan la primera hora de atrapamiento”.

¿Cómo se llegó hasta aquí?

El local, una estructura de dos niveles levantada en los años 90, celebraba un concierto de música urbana con aforo completo cuando cedió una viga maestra. Expertos en ingeniería forense señalan que la sobrecarga se vendieron 700 boletas en un salón habilitado para 450 y la corrosión avanzada del acero habrían “conspirado” contra la estabilidad del techo. La Fiscalía de San Cristóbal abrió un expediente por homicidio involuntario y violación a la Ley 687-82 de Construcciones; ya hay tres imputados: el propietario del negocio, el ingeniero residente y el director municipal de Planeamiento Urbano.

El desastre reaviva cuestionamientos sobre la laxitud en inspecciones. De acuerdo con la Defensa Civil, solo 18 % de los centros de diversión del Gran Santo Domingo y provincias aledañas cuenta con certificación de seguridad vigente, a pesar de una resolución de 2022 que exige revisiones cada dos años. El ministro de Interior y Policía, Jesús Vásquez, reconoció esta semana que “el sistema de prevención de riesgos está crónicamente desfinanciado” y prometió un plan de fiscalización exprés a discotecas y bares antes del verano.

Impacto social y psicológico

Más allá de los números, la tragedia dejó una estela de familias rotas. Psicólogos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo montaron un operativo de acompañamiento y reportan una oleada de estrés postraumático en sobrevivientes y parientes de víctimas. Algunos testigos cuentan que se lanzaron al suelo, cubriéndose la cabeza, mientras otros quedaron atrapados bajo losas durante horas escuchando gritos ahogados.

Mientras tanto, los funerales se suceden sin pausa. El sepelio de Evelyn Navarro se realizará este sábado en el cementerio municipal de La Toma, un barrio que amaneció vestido de cintas negras y lazos morados. Vecinos organizaron una vigilia con velas y pancartas que exigen justicia y la promulgación urgente de un protocolo nacional de evacuación y aforo.

Lo que viene

La Cámara de Diputados debatirá la próxima semana un proyecto de Ley de Seguridad en Espacios de Concurrencia Masiva que ha dormido seis años en comisión. Organizaciones civiles piden incluir un fondo especial para víctimas, inspecciones independientes y sanciones que vayan más allá de las multas administrativas. Para muchos, la muerte de Evelyn y de los otros 232 fallecidos será en vano si el país no aprovecha el duelo para cerrar grietas normativas que hoy se traducen en tragedias repetidas.

Entretanto, cada nueva actualización del parte médico mantiene a San Cristóbal en vilo. Las familias de los heridos rezan para no engrosar aún más la estadística. Y el resto del país vuelve a preguntarse con la voz cargada de impotencia por qué la seguridad suele llegar siempre después del llanto.

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