El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a encender el debate mundial sobre el armamento nuclear al asegurar que su país cuenta con «suficientes armas para destruir el planeta 150 veces». La declaración, realizada durante una entrevista televisiva, reaviva las tensiones sobre el equilibrio atómico global y la posibilidad de un nuevo ciclo de ensayos nucleares en territorio estadounidense.
Según la agencia EFE, Trump sostuvo que Washington posee el mayor arsenal nuclear del mundo y que la reanudación de las pruebas es una necesidad estratégica. Durante la conversación, el mandatario explicó que “otros países prueban sus armas constantemente” y que Estados Unidos “no puede ser el único que no lo haga”. Sus palabras, emitidas en tono desafiante, se leen como un mensaje dirigido a Rusia, China y Corea del Norte.
La afirmación llegó días después de que el propio Trump ordenara iniciar “de inmediato” ensayos con armamento nuclear, decisión que se conoció tras informaciones sobre pruebas rusas con sistemas de propulsión nuclear como Burevéstnik y Poseidón. Aunque desde el Kremlin subrayaron que no fueron ensayos nucleares, el episodio tensionó aún más las relaciones y motivó la respuesta pública de la Casa Blanca.
Desde Moscú, el portavoz presidencial Dmitri Peskov advirtió que si algún país rompe la moratoria voluntaria sobre ensayos, Rusia actuará de forma simétrica. Ese intercambio evidencia la fragilidad del equilibrio atómico construido en las últimas décadas y coloca en la mesa la posibilidad de un retroceso en los mecanismos de control y verificación existentes.
Analistas en seguridad internacional señalan que la reanudación de pruebas podría detonar una escalada en demostraciones militares y erosionar el apoyo internacional al Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT), del que Estados Unidos aún no es parte plena. La normalización de ensayos dicen complica además la diplomacia sobre reducción de arsenales en un mundo ya polarizado.
El discurso de Trump se inserta en su narrativa de poder y disuasión, pero genera dudas sobre la gestión de riesgos estratégicos en un momento en que la cooperación en temas transnacionales sigue siendo imprescindible. Volver a las pruebas nucleares no solo abre un nuevo capítulo en la competencia entre grandes potencias, sino que obliga a miradas externas gubernamentales y civiles sobre las consecuencias a corto y largo plazo para la seguridad global.








