Washington. En plena tensión por la guerra de Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, animó a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, a lanzar misiles sobre Moscú y San Petersburgo durante una llamada telefónica del 4 de julio, un día después de conversar con Vladímir Putin.
Según la agencia EFE, la propuesta pretendía presionar al Kremlin para que se siente a negociar un alto al fuego y, en palabras de Trump, “hacerles sentir el dolor”.
Fuentes citadas por el Financial Times detallan que el mandatario preguntó sin rodeos: “Volodímir, ¿puedes atacar Moscú? ¿Y San Petersburgo también?”. Zelenski respondió que lo haría “si Washington le suministra armas de largo alcance”.
Misiles, atajos y presión política
El mismo reporte indica que la Casa Blanca baraja vender sistemas Tomahawk y ATACMS a aliados europeos Polonia o Rumanía para que estos los transfieran a Kiev, evitando así un debate áspero en el Congreso de EE. UU.
Trump reforzó su postura esta semana en una entrevista con la BBC, donde dijo estar “decepcionado” con Putin, pero advirtió que aún “no ha terminado” con él. También amenazó con aranceles “muy severos” si el Kremlin no acepta un acuerdo de paz en 50 días.
El fantasma nuclear
El pedido de ataques profundos llega mientras Moscú acaba de reducir el umbral para el uso de armas atómicas en su doctrina militar, facultando una respuesta nuclear ante agresiones convencionales que amenacen su territorio. Analistas en Bruselas temen que un golpe directo a ciudades rusas eleve el riesgo de escalada a un nivel inédito desde la Guerra Fría.
Zelenski entre la espada y la pared
Dentro de Ucrania, la opinión pública respalda mayoritariamente “llevar la guerra a Rusia”, pero Zelenski evalúa el costo de posibles represalias masivas. Lograr misiles con alcance de más de 1 000 km daría a Kiev una carta de negociación poderosa, aunque a cambio de un escenario impredecible.
Europa y la OTAN, expectantes
En la OTAN, los socios europeos piden cautela. Alemania y Francia consideran que cualquier transferencia de misiles de largo alcance debe incluir garantías de uso “responsable” para evitar un choque frontal entre potencias nucleares. Aun así, el secretario general Jens Stoltenberg reconoció que “la dinámica del conflicto ha cambiado” y que la Alianza revisará sus protocolos de asistencia a Kiev en la próxima cumbre.
Por ahora, la pelota queda en la cancha de Zelenski aceptar el paquete de misiles podría acelerar el fin de la guerra o, por el contrario, desatar una fase aún más peligrosa. Lo único cierto es que la llamada del 4 de julio confirma que la administración Trump ha pasado de la cautela a una estrategia de presión frontal sobre Moscú.








