Un puñado de hechos estremecedores desde la profanación de un cadáver en un vagón hasta tiroteos vespertinos en El Bronx vuelve a encender el debate sobre la seguridad en la Gran Manzana.
Según elCaribe, en apenas cuatro semanas se registraron agresiones sexuales dentro de los trenes 1 y R, tres asesinatos a plena luz del día y una retahíla de asaltos que sacudieron vecindarios donde residen miles de dominicanos, como Harlem y Kingsbridge. La heterogeneidad de los casos y su desparpajo horario alimentan la percepción de un “NYC salvaje”.
Un mosaico de violencia reciente
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Febrero-abril: Félix Rojas, de 44 años, robó y violó el cadáver de un pasajero fallecido por causas naturales en la línea R.
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24 de abril: un hombre de 27 años fue forzado a realizar actos sexuales en el tren 1 rumbo al Alto Manhattan; el atacante sigue prófugo.
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17 de abril: Christopher Jiménez, supuestamente dominicano, murió baleado en un complejo de Harlem; por el caso hay un menor de 16 años imputado.
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Semana del 21-27 de abril: cuatro balaceras diurnas dejaron dos muertos y varios heridos en El Bronx y Manhattan, incluyendo un vendedor ambulante en la Quinta Avenida.
La propia Policía de Nueva York reconoce que, entre el 1.º de enero y el 27 de abril, las violaciones crecieron 24 % y los robos con arma 8,7 % respecto a 2024, aun cuando los asesinatos cayeron 25 % en el mismo lapso.
¿Contradicción estadística?
Paradójicamente, el primer trimestre de 2025 cerró con “las cifras de delitos mayores más bajas en 27 años” y un descenso de 18 % en crímenes dentro del metro, según el balance oficial presentado por el alcalde Eric Adams y la comisionada Jessica Tisch. Esta reducción se atribuye al despliegue de 1 000 agentes adicionales y a operativos focalizados en estaciones críticas.
Sin embargo, la violencia armada repuntó con la llegada del calor: la última semana de abril mostró un alza de 50 % en tiroteos comparada con 2024, alertó el New York Post. La oscilación refuerza una tesis recurrente entre criminólogos: los picos mediáticos de criminalidad no siempre se explican por tendencias anuales, sino por “ventanas de concentración” donde coinciden clima benigno, mayor movilidad y conflictos interpersonales latentes.
Factores que alimentan la sensación de inseguridad
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Salud mental y falta de albergues: casi uno de cada cinco arrestados por agresiones en el subway padece trastornos psiquiátricos sin tratar, de acuerdo con datos del NYPD.
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Armas ilícitas: fiscales estatales atribuyen el 72 % de las pistolas incautadas a “corredores de hierro” procedentes del sur de EE. UU.
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TikTok y “viralidad del delito”: videos de riñas o “subway surfing” acumulan millones de reproducciones, amplificando la alarma pública.
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Disparidad entre percepción y realidad: mientras los asesinatos bajan, los delitos de alto impacto mediático violaciones, balaceras diurnas generan un efecto de “memoria selectiva” que eclipsa las mejoras globales.
¿Qué viene ahora?
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Extensión del programa “Cops, Cameras, Care” a 30 estaciones adicionales antes de julio, con más cámaras 4K y equipos de intervención en crisis.
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Auditoría legislativa: la Asamblea de Nueva York discute exigir reportes mensuales desagregados por línea de tren para transparentar los picos de violencia.
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Alianzas comunitarias: organizaciones dominicanas de Washington Heights organizan talleres de desarme voluntario y asesoría legal para jóvenes.
Mirada dominicana
Para los quisqueyanos que viajan a diario entre El Bronx y Manhattan, el mensaje oficial de “récord histórico de seguridad” suena distante cuando una balacera irrumpe a la hora de la comida. La clave, coinciden activistas barriales, es mantener la denuncia ciudadana sin caer en el alarmismo: “No se trata de pintar a Nueva York como un infierno, sino de reclamar protección donde se ha descuidado”, resume Manuel Nuñez, líder comunitario de Inwood.
La ciudad, como un péndulo, oscila entre estadísticas alentadoras y episodios que hielan la sangre. Y aunque los números globales indiquen avance, cada disparo en pleno día recuerda que la batalla por la seguridad sobre todo en los rieles y en los vecindarios de mayor vulnerabilidad está lejos de concluir.