La plataforma YouTube decidió retirar el canal oficial del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el cual contaba con más de 233 mil suscriptores. La medida sorprendió porque, aunque la cuenta sigue apareciendo en motores de búsqueda, al intentar acceder a ella se despliega un mensaje que indica que la página ya no está disponible.
Según informó la agencia EFE, ni la compañía estadounidense ni el Gobierno venezolano han ofrecido explicaciones formales sobre esta decisión. El canal multiestatal Telesur reaccionó calificando la suspensión como parte de una supuesta “guerra híbrida” impulsada desde Washington contra Caracas.
Este hecho ocurre en un escenario de fricción constante entre ambos países. Mientras Estados Unidos enmarca su despliegue naval en el Caribe como una operación contra el narcotráfico, el gobierno de Maduro lo interpreta como una maniobra destinada a desestabilizar su mandato. La eliminación del canal refuerza la percepción del chavismo de que enfrenta una presión combinada en los frentes político, militar y digital.
La relación conflictiva del oficialismo venezolano con las plataformas digitales no es nueva. En 2024, Maduro ordenó el bloqueo de la red X (antes Twitter) en el país y acusó a TikTok de promover divisiones internas tras suspenderle transmisiones en vivo. Ese mismo año, el Tribunal Supremo de Justicia impuso a la aplicación china una multa millonaria de 10 millones de dólares, alegando negligencia en la moderación de contenidos.
Analistas advierten que este tipo de acciones acentúa la incertidumbre sobre la libertad digital en Venezuela y deja entrever un escenario en el que la censura estatal y las decisiones unilaterales de las plataformas tecnológicas terminan limitando el acceso de la ciudadanía a información diversa. Con el canal de Maduro fuera de la red, su equipo de comunicación enfrenta ahora el desafío de encontrar nuevas vías para difundir sus mensajes en un espacio digital cada vez más restrictivo.
