La visita relámpago de Volodímir Zelenski a la Casa Blanca se convirtió en un pulso diplomático crucial: el presidente ucraniano evitó comprometerse con cesiones territoriales ante Rusia, pero dejó claro que necesita “seguridad total” para convocar elecciones una vez silenciados los cañones.
Según la agencia EFE, el mandatario se cuidó de no contradecir abiertamente a su anfitrión, Donald Trump, mientras denunciaba los últimos bombardeos rusos que mataron a un niño de 18 meses y a varios civiles más.
Trump, recién desempacado de un encuentro en Alaska con Vladímir Putin, aseguró en rueda de prensa que “habrá mucha ayuda para Ucrania”, aunque volvió a sugerir una negociación cara a cara con Moscú, incluso barajando una cumbre trilateral EE. UU.–Rusia–Ucrania para discutir un “intercambio de tierras”. Zelenski, por su parte, repitió que cualquier mapa nuevo debe pasar por el Parlamento y por consulta popular, pero eludió la negativa tajante que había pronunciado semanas atrás.
Mientras en Washington se hablaba de garantías de seguridad “estilo OTAN”, drones rusos golpeaban de nuevo Járkov; al menos seis personas, incluido el infante de año y medio, murieron y veinte resultaron heridas, según autoridades locales. El contraste subraya la urgencia del alto el fuego exigido por Kiev.
La delegación europea Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron, Keir Starmer, Friedrich Merz, Giorgia Meloni, Alexander Stubb y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte acompañó a Zelenski para mostrar un frente unido y recordar que cualquier acuerdo debe respetar la soberanía ucraniana. Sin ese respaldo continental, temen que Moscú imponga condiciones que perpetúen la inestabilidad en la región.
Analistas consultados apuntan que Trump busca un trofeo diplomático antes de las legislativas de medio mandato de 2026, pero también necesita mantener cohesionada a la OTAN un equilibrio delicado entre su base aislacionista y los halcones republicanos. Para Kiev, la meta inmediata no es firmar la paz a toda costa, sino asegurar que un cese de hostilidades permita abrir las urnas y legitimar el futuro político del país.
En los próximos días continuarán las conversaciones técnicas. Ucrania exige un alto el fuego simultáneo “por tierra, mar y aire” y rechaza diferirlo hasta un tratado final, como propone Moscú. El reloj corre: sin pausa en los combates no hay logística posible para instalar colegios electorales, mucho menos para supervisarlos en las zonas cercanas al frente.
De momento, Zelenski se marchó de Washington con la promesa de “mucho apoyo” y el compromiso de Trump de mantener a Europa sentada a la mesa. El cómo y el cuándo de ese alto el fuego y si Kiev deberá soltar algún territorio a cambio siguen siendo la incógnita que definirá no solo las elecciones ucranianas, sino la arquitectura de seguridad de Europa oriental en la próxima década.