San Fernando, Montecristi. El presidente Luis Abinader cortó la cinta de la nueva escuela Ana Mercedes Castro, un plantel de 16 aulas que, desde ya, promete cambiarle la rutina a 560 estudiantes del sector El Morro. Con comedor, áreas recreativas y su propia cancha de baloncesto, la obra forma parte del programa gubernamental Aulas 24/7, que busca acelerar la terminación de infraestructuras educativas a escala nacional.
De acuerdo con datos oficiales del Ministerio de Educación (MINERD), la edificación requirió una inversión de RD$92.9 millones y se suma a las más de 223 escuelas inauguradas desde 2020, cuando el actual Gobierno heredó un inventario de más de 700 planteles inconclusos. La meta declarada es habilitar 1,100 aulas adicionales antes de que suene el primer timbre del próximo año escolar.
La apuesta no es menor. Montecristi es una de las provincias con mayor rezago histórico en infraestructuras públicas; por eso, directivos regionales celebran que la nueva escuela cuente con enfermería, salón de orientación y parqueos “dignos”, elementos que suelen brillar por su ausencia en centros rurales. La comunidad educativa espera que estas condiciones ayuden a reducir la deserción temprana y mejoren los resultados de aprendizaje.
El anuncio llega en un momento clave. Según la UNESCO, el gasto público dominicano en educación alcanzó el 4.3 % del PIB en 2023, su mejor nivel de la última década, y la tasa de finalización de la primaria ronda ya el 93 %. Sin embargo, los indicadores siguen por debajo del promedio regional: países vecinos superan el 5 % del PIB y reportan avances más rápidos en secundaria. De ahí que el propio MINERD reconozca que el hormigón, por sí solo, no garantiza calidad.
Más allá de las estadísticas, el acto de hoy envía señales políticas. Abinader compartió tarima con la gobernadora Leissa Virginia Cruz, el senador Bernardo Alemán y líderes comunitarios, reforzando la narrativa de que la educación es el “pilar” del desarrollo noroestano. Ese mensaje caló entre los padres y docentes presentes, quienes ven la entrega como prueba tangible de que los presupuestos sí pueden traducirse en obras.
El recorrido oficial incluyó también visitas de inspección a la Escuela Rosa Smester y al Centro de Educación Especial, donde las construcciones avanzan con retrasos que, según el director de Infraestructura Escolar, Roberto Herrera, quedarán “al día” gracias a la modalidad 24/7. La presión es alta cualquier demora se reflejará directamente en la logística del próximo curso.
Para los estudiantes, la inauguración significa aulas frescas, techos que no gotean y la posibilidad de practicar deportes sin pisar polvo. Para los docentes, representa recursos básicos que facilitan la labor pedagógica. Y para la comunidad, marca un punto de inflexión en la búsqueda de oportunidades que históricamente parecían reservadas a los grandes polos urbanos.
Mientras tanto, el reto sigue siendo que cada peso invertido se traduzca en mejores resultados académicos. Porque si bien los muros levantan esperanzas, la verdadera transformación dependerá de la calidad de la enseñanza y de políticas que sostengan el impulso más allá de la foto inaugural.






