Un disparo a eso de la medianoche del martes 6 de mayo quebró la calma del sector Viejo Puerto Rico, en Moca, provincia Espaillat. El blanco fue Roldyn de Jesús De Oca Sánchez, un muchacho de apenas 16 años que, según testigos, cayó fulminado frente a un colmado mientras conversaba con amigos.
Según reseñó el portal mdigitalrd, dos hombres llegaron en una motocicleta, apuntaron directamente a Roldyn y abrieron fuego; los demás presentes salieron ilesos, lo que refuerza la hipótesis de un ataque selectivo.
Las balas le arrebataron la vida antes de que llegara la ayuda médica. Su cuerpo fue enviado al INACIF de Santiago para autopsia, mientras la Policía Nacional activó un operativo de rastreo de videos y entrevistas puerta por puerta. Vecinos narran que la moto tomó rumbo hacia la carretera Duarte antes de perderse en la oscuridad.
Aunque el país exhibe una de las tasas de homicidios más bajas de la región 7.9 por cada 100 000 habitantes al 25 de abril de 2025, según datos oficiales de la Policía Nacional los asesinatos de menores siguen siendo un punto ciego solo en 2024 se reportaron 126 homicidios menos en términos generales que en 2023, pero la proporción de víctimas adolescentes se mantuvo casi intacta.
En Moca, organizaciones comunitarias advierten de un patrón sicarios jóvenes, transporte ágil y armas cortas. La Asociación de Juntas de Vecinos registra cinco ataques similares en lo que va de año, cuatro de ellos con motocicletas de alto cilindraje, lo que sugiere un mercado informal de armas y motoconchos al servicio del crimen.
El Ministerio Público adelantó que solicitará medidas de coerción “ejemplarizantes” en cuanto identifique a los autores; sin embargo, familias con hijos en edad escolar reclaman algo más que operativos relámpago: piden iluminación en las calles y patrullaje mixto estable.
Entre lágrimas, la profesora de Roldyn recordó que el adolescente soñaba con estudiar mecánica automotriz. Ese sueño quedó truncado por la violencia que, pese a los logros estadísticos, todavía estrangula sectores populares enteros. El reto para las autoridades es doble: sostener la baja general de homicidios y, al mismo tiempo, blindar a la juventud que debería estar contando goles o notas escolares, no disparos en la noche.
