La discusión sobre el rumbo industrial de México volvió a encenderse tras la aprobación de una normativa que redefine cómo entrarán al país miles de productos estratégicos. La nueva estructura arancelaria coloca a sectores como el textil, el siderúrgico y el automotriz en el centro de un reajuste que apunta a modificar la dinámica competitiva desde 2026.
Según EFE, el Senado avaló la actualización de la Ley de los Impuestos Generales de Importación y Exportación con una amplia mayoría, una señal de consenso político sobre la necesidad de ordenar un mercado que desde hace años opera bajo fuertes presiones externas. El paquete aprobado contempla tarifas de entre 5 % y 50 % para más de 1.400 fracciones arancelarias provenientes de países sin acuerdos comerciales, la mayoría en Asia.
El trasfondo de esta decisión va más allá del simple ajuste tributario. Legisladores del oficialismo sostienen que la medida busca corregir prácticas desleales y reducir la dependencia de insumos importados que, en algunos sectores, supera con holgura la capacidad productiva nacional. Para el senador Emmanuel Reyes, la reforma abre espacio para que la industria mexicana recupere oxígeno en mercados donde compite con manufacturas de bajo costo.
Dentro de la oposición, las opiniones no marchan por la misma línea. El panista Miguel Márquez advirtió que los aranceles no bastan para impulsar la reindustrialización si no se acompañan de una política integral que reordene cadenas de suministro, estimule la innovación y reduzca los costos que siguen afectando al tejido productivo local. La advertencia toma más peso en un contexto en el que México se prepara para la revisión del T-MEC, escenario que podría tensarse ante los reclamos comerciales del gobierno estadounidense.
Los números del ajuste reflejan la magnitud del cambio que se avecina. Los bienes sujetos a nuevos aranceles representan alrededor de 52.000 millones de dólares en importaciones anuales, cerca del 8,6 % del total nacional. Entre las fracciones a modificar predominan los textiles (706), seguidos por productos de hierro y acero (249), automóviles y autopartes (94) y mercancías de plástico (81). Además, más de 300 de estas fracciones hoy no pagan ningún tipo de arancel, por lo que la reforma implica una modificación sustancial en sus costos de entrada.
El rediseño busca proteger aproximadamente 320.000 empleos distribuidos en polos industriales como Nuevo León, Jalisco, Estado de México, Ciudad de México y Querétaro, donde la competencia con importaciones baratas ha sido especialmente agresiva. Especialistas consultados por organismos empresariales advierten que, para que el impacto sea duradero, el país deberá aprovechar esta ventana para robustecer su infraestructura logística y acelerar la transición hacia manufacturas de mayor valor agregado.
Más allá de su carácter proteccionista, la medida revela un intento por colocar a México en una posición negociadora más sólida antes de la revisión del T-MEC. Queda por verse cómo reaccionarán los socios comerciales y si la industria nacional logrará capitalizar este respiro para avanzar hacia un modelo productivo más equilibrado y competitivo.








