Washington.- Una ráfaga de disparos frente al Museo Judío de la capital estadounidense truncó la vida de dos jóvenes empleados de la embajada de Israel Yaron Lisinsky, de 28 años, y la estadounidense Sarah Lynn Milgrim. Ambos salían de un acto con colegas cuando Elías Rodríguez, de 30 años, abrió fuego a quemarropa, según la Policía Metropolitana.
Tal como informa la agencia EFE, la pareja que planeaba comprometerse durante un viaje a Jerusalén la próxima semana era muy apreciada dentro de la legación. El embajador israelí, Yechiel Leiter, divulgó que Lisinsky llevaba en el bolsillo un anillo de compromiso: “Iban a celebrar el futuro y hallaron el odio más crudo”.
Un crimen con ecos globales
El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, calificó el suceso de “acto repugnante y cobarde”, mientras que el presidente israelí Isaac Herzog lo tachó de “crimen de odio infame”. Para el primer ministro Benjamin Netanyahu, la tragedia es otra señal del alto costo que acarrea el antisemitismo ordenó reforzar la seguridad en todas las misiones diplomáticas de Israel.
Ese temor no es infundado. Cifras del FBI muestran que los delitos de odio contra judíos en EE. UU. crecieron un 36 % entre 2022 y 2024, un repunte que la Liga Antidifamación vincula a la retórica extremista en redes y a la polarización política. Organizaciones comunitarias advierten que la hostilidad deja de ser un fenómeno marginal cuando se normaliza en los discursos públicos.
El agresor y la pesquisa
Rodríguez, detenido poco después mientras gritaba “¡Palestina libre!”, no tenía antecedentes penales graves, pero las autoridades investigan si actuó inspirado por células radicales. El Departamento de Seguridad Nacional rastrea sus contactos digitales y revisa si hubo financiamiento externo. Analistas señalan que los “lobos solitarios” suelen hallar legitimación ideológica en foros en línea, sin necesidad de pertenecer a una estructura terrorista formal.
Dolor y solidaridad
Velas encendidas y flores cubren la acera frente a la embajada israelí. Compañeros describen a Lisinsky como “el alma de cada reunión” y a Milgrim como “una sonriente entusiasta del diálogo interreligioso”. Líderes de distintas confesiones desde el rabino principal de Washington hasta el imán del Islamic Center se reunieron esta mañana para repudiar el ataque y pedir que la indignación no derive en más violencia.
“Cuando un joven dispara a otros dos por quienes rezan o qué bandera portan, la sociedad entera fracasa”, subrayó la reverenda baptista Emily Ford durante la vigilia. Su llamado conecta con un sentimiento que se repite en redes: la tristeza por dos vidas segadas justo cuando soñaban con empezar un hogar.
Mirando hacia adelante
El Departamento de Estado ha puesto en marcha un comité de crisis para reforzar la seguridad en eventos de la comunidad judía, mientras el Congreso discute endurecer los controles de armas para personas investigadas por extremismo. Fuentes diplomáticas confirman que Israel evaluará protocolos de escolta para su personal en EE. UU. y Europa.
Entre tanto, las familias Lisinsky y Milgrim preparan funerales separados uno en Jerusalén, otro en Nueva York unidos por un mismo reclamo: que este asesinato no sea una estadística más. “Yaron y Sarah creían en los puentes, no en los muros”, dijo el embajador Leiter. “Honrar su memoria implica combatir la intolerancia donde quiera que asome”.