Avances Clave en la Transformación de la Salud Mental a Nivel Global

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El cuidado de la salud mental se ha convertido en una urgencia mundial que no admite retrasos. Cada día, más personas enfrentan ansiedades, depresión y otros trastornos que pueden afectar su desempeño social y laboral, sin mencionar el costo emocional que implica para las familias y comunidades. Diversos especialistas advierten que, si no se toman medidas efectivas, las brechas en el acceso a terapias, centros especializados y redes de apoyo podrían seguir creciendo.

Según la OMS, existe un déficit preocupante de inversión en servicios de salud mental, sobre todo en países donde hasta un 90 % de quienes padecen enfermedades mentales graves no reciben ningún tipo de atención. La nueva propuesta global incluye directrices para reformar la atención, con énfasis en el respeto a los derechos humanos, el enfoque integral y la participación de las personas que han experimentado problemas de salud mental en la toma de decisiones. El respaldo se basa en datos de expertos internacionales y en análisis comparativos con sistemas de salud robustos, como los de Canadá y algunos países de Europa Occidental, donde las inversiones en el bienestar mental han mejorado de manera significativa la calidad de vida de la población.

Estos lineamientos, además, invitan a abordar determinantes sociales como la pobreza, el desempleo y el limitado acceso a la educación. En la República Dominicana, por ejemplo, el Ministerio de Salud Pública ha insistido en reforzar la atención primaria para que no se limite únicamente a la medicina curativa. Varios estudios locales destacan la importancia de sumar estrategias de prevención a nivel comunitario, incluidas charlas, talleres y la creación de grupos de ayuda mutua. Esta perspectiva integrada coincide con hallazgos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que subraya la necesidad de programas que faciliten la rehabilitación, fomenten hábitos saludables y fortalezcan lazos familiares.

La visión actual, impulsada por expertos internacionales, también enfatiza la relevancia de la capacitación continua del personal de salud. Proponen que psicólogos, psiquiatras, enfermeras y trabajadores sociales reciban formación en terapias humanizadas, intervención en crisis y apoyo socioeconómico. A esto se suma un llamado a los gobiernos para que impulsen alianzas con organizaciones sin fines de lucro y actores comunitarios. Cuando varios sectores se ponen de acuerdo —desde asociaciones juveniles hasta empresas—, es más factible desarrollar entornos amigables, derribar estigmas y acercar los servicios de salud mental a los barrios más apartados.

La OMS, con estas orientaciones renovadas, ofrece un mapa para que cada país adapte las recomendaciones a sus circunstancias y recursos. No basta con abrir más centros de salud mental si no se combate el estigma o si no se fomenta la participación de la gente en el diseño de proyectos comunitarios. En última instancia, se busca un futuro en el que la salud mental deje de ser el “patito feo” del presupuesto sanitario y se consolide como prioridad innegociable para mejorar el bienestar colectivo.

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