Este sábado, Barcelona y Real Madrid se verán las caras en una final de Copa del Rey que va más allá de la lucha por el trofeo es una batalla por la gloria, el orgullo y el rumbo de la temporada para ambos gigantes del fútbol español.
Para el conjunto azulgrana, la cita en el Estadio La Cartuja de Sevilla se presenta como la oportunidad de conquistar el primer trofeo de tres posibles en la temporada debut de Hansi Flick al mando. Con Barcelona liderando La Liga y llegando a las semifinales de la Liga de Campeones donde se enfrentará al Inter de Milán, el Barça busca mantener viva la ilusión del triplete.
“Empezamos este viaje a principio de temporada y ahora tenemos la opción de ganar tres títulos, pero sabemos que será difícil”, expresó Flick antes del crucial duelo.
Por otro lado, el Real Madrid encara esta final como su mayor oportunidad de levantar un trofeo este año. Tras ser eliminado de la Champions League y con una desventaja de cuatro puntos respecto al propio Barcelona en la recta final de La Liga, los merengues necesitan un triunfo que no solo representaría una victoria importante, sino que también podría ser el último título bajo la dirección de Carlo Ancelotti, ante los rumores que lo vinculan con la selección de Brasil.
“Esta final lo cambia todo. Nos jugamos más que una copa”, señaló un portavoz del club blanco.
Este enfrentamiento también ofrece una oportunidad de revancha para el equipo de Ancelotti. El Barça se impuso claramente en los dos clásicos previos de la temporada 5-2 en la final de la Supercopa de España en enero y 4-0 en el Santiago Bernabéu en octubre.
“Hemos perdido de manera lamentable en los dos partidos contra el Barça”, reconoció el uruguayo Federico Valverde. “Teníamos que haber dado mucho más, ahora tenemos una revancha”.
La final se disputará ante más de 70,000 espectadores en La Cartuja, donde el Rey Felipe VI entregará el trofeo al ganador de este tercer clásico de la temporada, con todo el prestigio y la presión que ello conlleva.
Para el Barcelona, un triunfo ante su eterno rival podría ser un impulso anímico clave antes de recibir al Inter. Para el Real Madrid, se trata de una cuestión de orgullo y quizás de despedida.