El mercado laboral brasileño ha alcanzado un punto histórico. El desempleo en la mayor economía de América Latina cayó al 5,6 % durante el tercer trimestre del año, un dato que no se registraba desde el inicio de las mediciones modernas en 2012. Este resultado refleja una tendencia positiva que contrasta con los desafíos globales que enfrenta la región.
Según datos divulgados por la agencia EFE a partir del informe del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el número de personas sin trabajo se redujo a seis millones entre julio y septiembre. Esto representa una baja de 0,2 puntos porcentuales respecto al trimestre anterior y una caída más marcada frente al mismo periodo de 2023, cuando el desempleo era 0,8 puntos superior.
El repunte en la ocupación también fue significativo: Brasil contabiliza ahora unos 102 millones de trabajadores activos, lo que equivale a un incremento anual del 1,4 %. Sin embargo, el avance no se reparte de manera uniforme. Cerca del 38 % de la fuerza laboral más de 38 millones de personas sigue vinculada al empleo informal, una cifra que, aunque estable frente al trimestre pasado, continúa siendo un reto estructural para el país.
En el plano político, el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ha destacado estos indicadores como prueba de la resiliencia económica, justo cuando comienza la cuenta regresiva hacia las elecciones del próximo año. Aun así, los analistas señalan que el crecimiento empieza a mostrar signos de enfriamiento. Tras expandirse un 3,4 % en 2024, las proyecciones oficiales prevén una desaceleración a cerca del 2,3 % para 2025, en parte por las elevadas tasas de interés y un contexto internacional menos favorable.
La combinación de empleo récord y desaceleración económica plantea un panorama mixto: mientras el mercado laboral luce sólido, la sostenibilidad de este ritmo dependerá de la capacidad del Gobierno para equilibrar la política fiscal y estimular la productividad en un entorno global incierto.








