La cotidianidad en Cancino Adentro, allá en Santo Domingo Este, sigue girando en torno a cubetas, mangueras ajenas y pozos improvisados. A falta de tuberías funcionales, las familias se las ingenian para conseguir agua, mientras el polvo de las calles sin asfaltar se mezcla con los desechos que el camión nunca recoge.
Aunque los moradores llevan años clamando por aceras decentes, drenaje claro y basura bajo control, la respuesta oficial ha sido intermitente y, en la práctica, insuficiente. No es raro ver a los mismos vecinos tapando filtrantes o rellenando zanjas para que los carros puedan pasar sin partirse en dos.
Promesas no han faltado. En septiembre de 2022 el director de la CAASD, ingeniero Felipe Suberví, visitó el barrio y aseguró que la “situación iba a cambiar”. Habló de remozar la cañada y mejorar la red, pero dos años después la comunidad sigue comprando camiones cisterna a mil seiscientos pesos la carga y pagando hasta doscientos pesos mensuales por el uso de pozos comunitarios.
La ironía es que, según registros de la propia CAASD, el servicio de agua “llega hasta la acometida de cada vivienda” siempre que exista interconexión formal. Sin embargo, estadísticas históricas del Banco Mundial evidencian que los sectores populares del Gran Santo Domingo nunca han alcanzado cobertura real del 100 %; la brecha se ensancha en barrios periféricos como Cancino Adentro, donde la sobreexplotación de acuíferos y la contaminación de cañadas complican todavía más el panorama.
En materia de infraestructura vial, otras zonas del municipio han visto avances. El alcalde Dío Astacio inauguró 17 kilómetros de calles en El Cachón de la Rubia y reforzó el “Plan Cero Basura” con treinta trimotores para la recolección de residuos en Alma Rosa y Los Mina. Cancino Adentro, en cambio, sigue sorteando hoyos que impiden la entrada de camiones cisterna y ambulancias, encareciendo la vida y poniendo en riesgo la seguridad.
El trasfondo técnico es claro sin redes sectorizadas ni válvulas de control, la presión llega a donde el terreno lo permite, no a donde la gente lo necesita; y sin drenaje pluvial, cada aguacero convierte la calle principal en un río que arrastra basura y colmata los filtrantes. Expertos en gestión hídrica consultados por este medio recuerdan que proyectos de sectorización y micromedición reducen fugas hasta en 35 % y abaratan la operación, pero requieren voluntad política y presupuesto sostenido.
¿Qué se puede hacer?
-
Sectorizar la red y colocar válvulas inteligentes para garantizar presión mínima las 24 horas.
-
Asfaltar por etapas, priorizando las vías de acceso a servicios esenciales como escuelas y centros de salud.
-
Fortalecer las juntas de vecinos con fondos participativos; la autogestión funciona, pero no debe sustituir al Estado.
-
Integrar el barrio al Plan Cero Basura con rutas y horarios fijos de recolección, evitando vertederos improvisados.
Si la administración municipal quiere que su discurso de “transformación” trascienda titulares, Cancino Adentro es la prueba de fuego un barrio trabajador que pide lo mismo que cualquier otro agua que llegue por la tubería, calles transitables y basura bajo control. El reto está servido; las excusas, agotadas.