El Ministerio de Defensa dominicano subió el tono contra la violencia ligada al ocio nocturno desde hoy, ningún militar, uniformado o de civil, podrá entrar armado a colmadones, drinks, discotecas o cualquier negocio donde se venda alcohol. La orden figura en la Circular No. 6-2025, declarada de “estricto cumplimiento” y efectiva de inmediato.
Según el propio documento oficial, la prohibición busca “salvaguardar la imagen institucional y prevenir hechos que alteren la convivencia”, una cláusula que revive viejas normativas de 2006 pero ahora con alcance nacional y sin horarios de gracia. El texto advierte que las unidades de Policía Militar y los comandantes de cuerpo serán responsables de supervisar y sancionar a los infractores con medidas disciplinarias que pueden llegar hasta la desvinculación.
La decisión llega en un momento en que los números preocupan entre enero de 2020 y marzo de 2025 se sustrajeron 1 303 armas de fuego en el país, 432 de ellas en episodios violentos, y el 65 % de los homicidios del año pasado se cometió con pistolas o revólveres. Solo en 2024 la propia Policía Nacional reportó al menos 120 muertes en “intercambios de disparos”, una estadística que mantiene al sistema de justicia bajo la lupa de organismos de derechos humanos.
Para el coronel retirado Rafael Hernández, consultor en seguridad ciudadana, la medida “aprieta a la tropa donde más duele el orgullo”. A su juicio, el riesgo no radica tanto en los clubes de oficiales donde el ambiente es controlado sino en los colmadones de barrio donde un roce, un trago de más y un arma cargada son la fórmula perfecta para la tragedia. Organizaciones de propietarios de bares celebraron el paso; alegan que cada fin de semana deben lidiar con discusiones donde el uniforme pesa más que la razón.
República Dominicana no está sola en este viraje. Colombia mantiene desde 2018 una suspensión casi permanente de los permisos de porte, prorrogada hasta el 31 de diciembre de 2024 mediante el Decreto 2267; y Puerto Rico penaliza el porte ostentoso en locales cerrados, con multas de hasta 100 dólares por reincidencia. Estas referencias sirvieron de modelo, admiten fuentes castrenses, para blindar la circular frente a eventuales recursos legales.
La nueva regla también extiende el veto a días de gran afluencia como el Viernes Santo, cuando ya estaba prohibido portar armas visibles, y ordena a los oficiales superiores recordar a sus subordinados que “la disciplina empieza en el ocio”. En paralelo, el Ministerio de Defensa adelantó que en junio presentará un plan de capacitación sobre manejo de conflictos sin uso de fuerza letal, dirigido a batallones y academias militares.
A fin de cuentas, la Circular 6-2025 no solo regula un asunto interno; también envía un mensaje al resto de la sociedad sobre la responsabilidad que conlleva portar un arma. Falta ver si la vigilancia será tan estricta como la letra. De ello dependerá que la noche dominicana se convierta en un lugar más seguro o en un simple parte de prensa que se olvida con la próxima ronda.