La noche fatídica que vivió la discoteca Jet Set todavía retumba en la memoria colectiva dominicana. El ambiente festivo de aquel martes dio un giro brusco cuando parte de la estructura del establecimiento cedió y desencadenó una escena de confusión y pesar. Autoridades y brigadas de rescate se movilizaron sin demora, mientras familiares y amigos se congregaban con la esperanza de encontrar a sus seres queridos a salvo.
Tal como dio a conocer EFE, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, hizo contacto telefónico con el presidente Luis Abinader para expresar su pesar ante las irreparables pérdidas humanas, entre ellas varias víctimas estadounidenses. Las palabras de consuelo y el apoyo internacional no se han hecho esperar; la Embajada de EE. UU. ratificó su disposición de colaborar y brindar soporte a los afectados.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Dominicana, según datos confirmados por voceros oficiales, ha estado coordinando con diferentes países para establecer mecanismos de ayuda. Al mismo tiempo, se han activado protocolos de seguimiento a fin de agilizar la identificación de las víctimas y la asistencia a sus familiares, incluyendo servicios de orientación y transporte cuando sea necesario. En el ámbito local, el Centro de Operaciones de Emergencias (COE) informó que se mantienen activos equipos especializados en derrumbes y desastres, tal y como se ha hecho en casos similares a lo largo del territorio nacional.
Diversas voces de la sociedad civil han alzado la mano para llamar la atención sobre el estado de muchos edificios y lugares de entretenimiento en la capital. Arquitectos, ingenieros y activistas han pedido al gobierno revisar las normas de construcción y supervisar de cerca la seguridad estructural de los locales con alta concurrencia. En ese sentido, proyectos legislativos comienzan a tomar forma, impulsados por la urgencia que refleja esta tragedia y por la determinación de evitar sucesos semejantes en el futuro.
Los testimonios de sobrevivientes y familiares dan cuenta de una noche que debería haber sido de baile y camaradería, convertida en una amarga pesadilla. Aun así, la resiliencia dominicana se ha hecho sentir: grupos comunitarios y voluntarios se han sumado a las brigadas de ayuda, repartiendo alimentos e insumos médicos. En medio de la congoja, el calor humano del pueblo dominicano deja claro que, cuando las cosas se ponen difíciles, la solidaridad siempre encuentra su camino.