El ambiente en la comunidad rural de Manabao, en Jarabacoa, está cargado de tensión y esperanza a la vez. El caso de un pequeño de tres años, extraviado ya por varios días, mantiene a padres, vecinos y brigadas de búsqueda volcados en rastrear cada rincón, a pesar de la impaciencia que se respira en cada jornada.
Según CDN, la familia del menor insiste en que no basta con interrogar únicamente a los parientes directos. Alegan que hay más personas con probabilidades de aportar datos sustanciales, incluyendo residentes de la zona y trabajadores migrantes. Aunque las autoridades han mantenido su atención en el entorno más cercano al hogar del niño, el clamor vecinal apunta a la urgencia de expandir las pesquisas hacia otras áreas donde, en opinión de la comunidad, alguien podría haber visto algo.
Mientras tanto, el panorama no deja de complicarse. Las lluvias recientes han dificultado el acceso a ciertas áreas montañosas, y eso ha obligado a los grupos de rescate a organizar patrullajes por terrenos complejos y viviendas deshabitadas. De acuerdo con testimonios recogidos por voluntarios locales, se han tenido que improvisar estrategias adicionales, como el uso de drones y refuerzos caninos. Hasta el momento, sin embargo, no se dispone de pistas concretas.
Organizaciones dominicanas dedicadas a la protección de la niñez, como el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (CONANI), suelen advertir que en casos de desapariciones, cada minuto cuenta. Las autoridades, por su parte, han reafirmado su disposición a continuar con las búsquedas; sin embargo, la familia del niño desea ver una mayor presencia en zonas alejadas y una mayor disposición de recursos.
Quienes residen en Manabao sienten que cada día sin noticias se hace eterno. Continúan haciendo vigilia, acompañando a los padres, y organizando grupos de voluntarios para explorar caminos que la policía y otros equipos no han cubierto. En estos parajes montañosos, la voluntad de la gente por encontrar al niño se mezcla con la frustración de no ver resultados concretos. Por ello, piden a las autoridades que no bajen la guardia, pues el corazón de la comunidad late con la esperanza de verlo regresar sano y salvo.