Historias de Adopción Forzada en Corea del Sur: El Drama Oculto que Marcó a una Generación

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Un relato estremecedor emerge desde la península coreana, donde varias familias se vieron rotundamente separadas de sus hijos por procedimientos de adopción internacional con aparentes anomalías. El caso de una madre que pasó más de cuatro décadas buscando a su pequeña resume el sinsabor que marcaría la vida de cientos de padres y niños. Mientras el país avanzaba en su recuperación económica, muchos quedaron rezagados en la sombra de la incertidumbre.

Tal como informa EFE, las autoridades surcoreanas han publicado estudios que confirman la existencia de irregularidades en los procesos de adopción transnacional entre las décadas de 1960 y 1990. Estos hallazgos demuestran que las identidades de los menores fueron alteradas, y algunas familias jamás dieron su consentimiento para esas adopciones. Varias organizaciones, como 325Kamra, han ayudado a víctimas a reconectar con sus raíces, pero el dolor de quienes crecieron creyendo que fueron abandonados persiste, al igual que la frustración de quienes los buscaron sin descanso.

Los hechos narran que, en muchísimos casos, los niños desaparecían de la noche a la mañana. Algunos jamás volvieron a saber de su familia, y otros terminaron localizándola mediante pruebas de ADN ya en la madurez. Un ejemplo representativo es el de una madre que dedicó toda su energía a encontrar a su hija, solo para descubrir que fue declarada “huérfana” y enviada a vivir con una familia en Estados Unidos. Ese reencuentro, aunque emotivo, dejó consigo un profundo resentimiento ante la inacción de las entidades responsables.

De acuerdo con un análisis publicado por el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, la supervisión sobre las agencias privadas encargadas de la adopción internacional fue insuficiente en aquella época. Esa carencia regulatoria impulsó el auge de una industria que gestionaba grandes cantidades de dinero y entregaba niños a familias de otros países. Con el paso de los años, la cifra de menores afectados por este fenómeno rebasó las 170.000 personas, según estimaciones difundidas por distintas ONG. Algunas voces, como la del refugio Root House, han llegado a definir la situación como “desaparición forzada” alentada por la demanda extranjera.

No es la primera vez que se denuncian estas prácticas. Registros de UNICEF señalan que, en 1985, al menos 8.800 niños salieron de Corea del Sur en un solo año, quedando en el aire cualquier rastro verídico de sus antecedentes. La creación de identidades falsas y la omisión de los nombres de los padres biológicos fueron métodos frecuentes en la documentación, lo que hoy dificulta a muchas personas adoptadas la posibilidad de reencontrarse con su familia de origen o de encontrar justicia.

Referentes académicos y activistas en la nación asiática concuerdan en que hace falta un mea culpa oficial para las víctimas, además de un marco legal más sólido que garantice la transparencia en las adopciones. Mientras tanto, madres y padres en edad avanzada confían en que se esclarezca el paradero de sus hijos. Ese anhelo, acompañado del deseo de que se tomen decisiones justas, refleja el sentir de quienes durante años vivieron con la angustia de no saber si su familia seguía al otro lado del mundo, luchando por mantener vivo el vínculo que el tiempo y las circunstancias quisieron quebrar.

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