Impuesto a remesas en EE.UU. se reduce a 3.5 % tras paso por la Cámara

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La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó por un margen de un voto un gravamen del 3.5 % sobre las remesas enviadas por personas sin ciudadanía ni residencia permanente, rebajando la tasa original del 5 % que proponía el paquete fiscal “One Big Beautiful Bill Act”. El proyecto queda ahora en manos del Senado, que planea debatirlo antes del receso del 4 de julio.

Según The Economic Times, la concesión de última hora vino de legisladores republicanos de estados fronterizos, preocupados por las repercusiones económicas y diplomáticas de un tributo más alto. El texto legislativo H.R. 1 supera las 900 páginas y combina recortes de gasto, incentivos tributarios y un apartado de “seguridad fiscal” que introduce este impuesto a las remesas.

Para la República Dominicana, el golpe no es menor. El Banco Central reporta que entre enero y abril de 2025 la diáspora envió US$3 917.4 millones, un salto de 12.1 % respecto al mismo periodo de 2024.  Esa cifra equivale a casi un mes completo de ingresos por turismo y mantiene encendida la economía de miles de hogares.

Las remesas representan alrededor del 9 % del PIB dominicano, más del doble del promedio latinoamericano.  Una retención de 3.5 % podría restarle al país más de US$250 millones anuales dinero que hoy se traduce en comida, educación y mejoras de vivienda en los barrios populares.

A escala global, los flujos de remesas crecieron 4.6 % en 2024 hasta alcanzar los US$905 000 millones, de acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).  América Latina fue la región de mayor expansión, impulsada precisamente por el desempeño de la diáspora en EE.UU.; el nuevo tributo amenaza con enfriar esa tendencia.

El Servicio de Impuestos Internos (IRS) tendrá 90 días para diseñar el filtro que verifique el estatus migratorio de cada remitente. Bancos y fintechs, entretanto, ya analizan si trasladar el cobro al destinatario o explorar envíos en ‘stablecoins’ que eludan la retenciónun vacío regulatorio que, de momento, sigue sin clarificación oficial.

En Santo Domingo, el Ministerio de Economía explora solicitar una exención para giros inferiores a US$200, mientras las asociaciones de dominicanos en Nueva York planean cabildeo bipartidista recordando que muchos remitentes pagan impuestos federales aun sin residencia formal.

El Senado estadounidense podría introducir cambios que devuelvan el proyecto a la Cámara para conciliación. Hasta entonces, la diáspora dominicana cruza los dedos si el gravamen sale intacto, cada dólar enviado rendirá menos, y la economía criolla lo sentirá peso por peso.

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