La crisis en Haití continúa desbordando los límites de la normalidad. Niños y niñas que apenas entienden lo que ocurre a su alrededor se ven forzados a huir de sus hogares, dejando atrás juguetes, amigos y la esperanza de una vida más estable. Mientras la inseguridad se acrecienta, la niñez queda expuesta a un futuro incierto y en constante peligro.
Según deultimominuto, el desplazamiento de más de 40.000 menores en lo que va de año es apenas uno de los síntomas de una situación que empeora día a día. Grupos armados han afianzado su control sobre múltiples áreas, y la asistencia humanitaria encuentra cada vez más barreras para llegar a los más necesitados. Organizaciones como Save the Children han advertido que muchos albergues ya no tienen capacidad para acoger más familias, lo que dispara la exposición de los menores a enfermedades, explotación y abusos.
La entidad humanitaria señala que los recortes de ayudas internacionales complican todavía más el panorama. Mientras algunos países reducen sus presupuestos de cooperación, la Organización de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) alerta que los bloqueos y la violencia incrementaron un 75% los incidentes que dificultan la entrega de suministros básicos. Desde la capital, Puerto Príncipe, hasta las zonas rurales, la tensión es palpable, y el miedo se convierte en parte de la rutina.
Resulta cada vez más urgente un plan de acción que permita el acceso sin restricciones a las comunidades afectadas, sumado a un apoyo económico y logístico que reanime los programas de salud, educación y nutrición. Save the Children y otras agencias mantienen sus esfuerzos, pero la escasez de fondos y la inseguridad amenazan con desbordar su capacidad de respuesta, poniendo en jaque el futuro de la generación más joven de Haití.
El contexto es complejo, sin duda, pero cualquier paso hacia la estabilidad requiere soluciones concretas. Diversas voces en la comunidad internacional coinciden en que la protección de los niños debe ser prioritaria. Si se recupera la esperanza para ellos, puede abrirse un nuevo horizonte para todo el país. De lo contrario, el conflicto y la marginación seguirán escribiendo la historia de miles de familias haitianas.
