El futuro de la manufactura y la inversión mira con ojos nuevos hacia la frontera entre República Dominicana y Haití. Muchas compañías buscan trasladar sus operaciones más cerca de casa para reducir costos logísticos y acelerar los procesos de exportación. Esta estrategia, conocida como nearshoring, representa una oportunidad única para generar empleos y fortalecer la estabilidad económica en Haití y, de paso, beneficiar el comercio dominicano a través de una sinergia que traspasa barreras tradicionales.
Tal como señala Listín Diario, la periodista dominicana Cándida Acosta ha documentado las declaraciones de funcionarios y empresarios que apuestan a proyectos conjuntos en la zona limítrofe, respaldados por el espíritu de cooperación y la continuidad de leyes como HOPE y HELP. Estos programas, ratificados en el Congreso de Estados Unidos, permiten que Haití exporte textiles libres de aranceles, un aliciente crucial para atraer inversiones que generen puestos de trabajo a ambos lados de la isla. De acuerdo con información del Banco Mundial (Fuente: Banco Mundial, 2023), la estrategia de producción cercana al consumidor final podría inyectar millones de dólares en la región y fomentar un clima de negocios más estable.
En Haití, la preocupación por la crisis política y la inseguridad se mezcla con el anhelo de nuevos empleos. Las amenazas de deportaciones masivas y la presión migratoria regional no pueden ignorarse, sobre todo cuando voces como la de Fritz Alphonse Jean, presidente del Consejo de Transición de Haití, advierten sobre la urgencia de encontrar soluciones viables a la violencia y al estancamiento económico. Entidades internacionales han confirmado (Citación: OCDE, 2022) que una mano de obra activa y un clima de inversión positivo contribuyen a reducir la migración forzosa, ya que la gente prefiere quedarse en su país cuando tiene seguridad y un ingreso digno.
Desde el lado dominicano, el ministro de Industria, Comercio y Mipymes, Víctor “Ito” Bisonó, ha respaldado la idea de impulsar la producción conjunta, siguiendo el modelo de parques industriales como Codevi en Juana Méndez. Esta iniciativa, en efecto, continúa la huella de la legislación HOPE/HELP, cuyo vencimiento está previsto para el 2025 y requiere renovarse de manera oportuna para evitar la huida de capitales hacia naciones asiáticas. Empresarios dominicanos, como Fernando Capellán, llevan tiempo fomentando la integración de ambos territorios en materia textil, convencidos de que los beneficios traspasan fronteras y brindan estabilidad al entorno.
Expertos consultados por la International Finance Corporation (IFC) han indicado (Informe IFC, 2023) que el desarrollo de complejos industriales en zonas cercanas, donde se complementen materias primas y mano de obra, eleva la competitividad del Caribe ante mercados más grandes. El caso del Parque Industrial Caracol en Haití sirve de ejemplo: al crear oportunidades en un país que necesita con urgencia empleo y paz social, se reducen los flujos migratorios y se potencia el consumo de bienes dominicanos, generando un círculo virtuoso de intercambio comercial.
En la actualidad, el panorama no está exento de obstáculos. Las pandillas en Haití, la inestabilidad política y la incertidumbre legal en torno a la renovación de los convenios arancelarios mantienen a más de un inversionista en vilo. Sin embargo, la visión de largo plazo sostiene que una estrategia de nearshoring bien coordinada, en conjunto con las reformas sociales y de seguridad que exige la comunidad internacional, podría disipar temores y allanar el camino hacia la cooperación verdadera.
La isla de Santo Domingo, compartida entre dos naciones con realidades distintas, busca un respiro económico y social que garantice oportunidades para todos. Apostar al trabajo conjunto y a la atracción de inversiones industriales, bajo marcos legales claros y apoyos multilaterales, podría ser el empujón que necesita la región para escribir un capítulo distinto en la historia binacional. Si se insiste en la unidad de propósitos, las comunidades fronterizas encontrarán un futuro más estable y dejarán atrás el fantasma de la migración forzada, cambiando la cara del Caribe ante los ojos del mundo.