La obesidad y su rastro en el cerebro: evidencias que piden acción urgente

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Cada día aparecen más señales de que el sobrepeso no se limita a una mera acumulación de grasa. Las cifras oficiales dejan claro que el problema va en ascenso: organismos internacionales estiman que la obesidad, combinada con el sedentarismo y la mala alimentación, afecta a millones de personas. De continuar esta tendencia, habrá un impacto todavía mayor en la salud cardiovascular y metabólica de las familias en nuestras comunidades.

Según elpais, nuevos hallazgos científicos señalan que el verdadero origen de esta condición puede ubicarse en la sensibilidad a la insulina del cerebro. Investigaciones publicadas en la revista Nature Metabolism describen cómo basta con pocos días de dietas cargadas de ultraprocesados dulces, refrescos y frituras para que el sistema de recompensa cerebral empiece a comportarse de forma atípica. Además, se han observado incrementos relevantes de grasa en el hígado y alteraciones en las señales que controlan el apetito, incluso antes de que se produzca un aumento considerable de peso.

Expertos alemanes vienen llamando la atención sobre la rapidez con que se desencadenan esos cambios cerebrales. Mientras tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la obesidad va camino a transformarse en una de las principales cargas sanitarias a nivel global, afectando de manera particular a niños y jóvenes. Aquí en nuestro país, profesionales de la salud también han planteado la necesidad de regular con más rigor la venta y promoción de comida chatarra, sobre todo en entornos escolares. Se habla de fortalecer la educación nutricional y fomentar la actividad física desde temprana edad, para cortar ese círculo vicioso que, de prolongarse, podría preparar el terreno para problemas cardíacos y diabetes tipo 2.

Hay quienes proponen acciones contundentes, como el etiquetado frontal de advertencia y la restricción de campañas publicitarias dirigidas al público infantil. Médicos especializados en nutrición y endocrinología señalan que cuando el cerebro se acostumbra a respuestas desajustadas a la insulina, regresar a hábitos saludables se convierte en un reto mayor. En ese sentido, conviene recordar que la prevención empieza desde casa y que, aunque el entorno urbano y las presiones de la vida moderna no siempre facilitan una dieta sana, protegernos del exceso de ultraprocesados puede marcar la diferencia en nuestra calidad de vida.

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