El incesante zumbido del mar quedó opacado anoche por el chasquido de un tronco quebrado una enorme palma se desplomó sobre las líneas de alta tensión en el tramo Las Terrenas Sánchez, a la altura de El Naranjito. El ramal eléctrico se vino abajo, cortando de golpe la energía que alimenta decenas de hogares y negocios en esta franja turística de Samaná.
De acuerdo con reportes de la propia comunidad y con los tiempos de respuesta publicados por la Empresa Distribuidora de Electricidad del Norte (EDENORTE), las brigadas pueden tardar entre tres y 72 horas en restablecer un servicio catalogado como emergencia. Mientras los técnicos se movilizan, los cables caídos siguen tendidos sobre la vía, un riesgo latente para conductores y peatones.
Más allá del susto puntual, el episodio vuelve a poner el reflector sobre la fragilidad del sistema. En su informe de agosto de 2024, la Superintendencia de Electricidad registró que los clientes de EDENORTE sufrieron un promedio de 31 interrupciones y 8,7 horas de apagón al mes (SAIFI y SAIDI, respectivamente), muy por encima de los niveles de EDESUR o EDEESTE.Esa frecuencia castiga con especial dureza a polos turísticos como Las Terrenas, donde la hotelería y la pequeña gastronomía dependen de la refrigeración continua y la conectividad.
El riesgo físico tampoco es menor. Hace apenas dos meses, el contacto accidental de un camión con un cable de alta tensión en Monte Plata dejó dos muertos y dos heridos, recordatorio crudo de que la corriente puede ser letal en cuestión de segundos. El Diario Libre estima que 73 % de las muertes por electrocución en el país están ligadas directamente al tendido eléctrico.
Frente a este escenario, los moradores de El Naranjito exigen acciones claras poda preventiva en zonas de servidumbre, inspección periódica de postes y un protocolo que priorice las rutas de alto tránsito. Las autoridades municipales, por su parte, tienen la oportunidad de coordinar con EDENORTE y con la Defensa Civil para despejar la vía y montar un perímetro de seguridad antes de que el corte de luz se convierta en tragedia mayor.
La palma ya cayó; ahora toca evitar que el próximo golpe sea contra la vida de un vecino o el sustento de los pequeños negocios que mantienen vivo el encanto de Las Terrenas.
