Nuevo aeropuerto de Lima impulsa la aviación regional con su estreno

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El flamante terminal del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez empezó a batir alas este domingo con el aterrizaje de un Airbus A350 de Iberia procedente de Madrid. El chorro de agua de los bomberos dibujó un arco sobre la pista, marcando el fin de una madrugada frenética en la que más de 50 aeronaves rodaron desde las viejas instalaciones hasta su nuevo hogar.

Según la agencia EFE, la jornada inicial contempla 250 operaciones entre despegues y llegadas, un tránsito que obligó a las autoridades a pedirle a todo el mundo salir con tiempo para estrenar sin sobresaltos los filtros de seguridad, las bandas de equipaje y los pasillos panorámicos del edificio.

Esta “obra monumental” supuso una inversión de unos US$ 2.400 millones y eleva la capacidad anual a 40 millones de pasajeros casi el doble de lo que podía manejar el viejo terminal, de acuerdo con cifras oficiales citadas por la presidenta Dina Boluarte durante el corte de cinta. El operador, filial de Fraport, presume además de convertirse en la primera “airport city” de Sudamérica gracias a un parque logístico aledaño y a una segunda pista recién estrenada.

No obstante, el parto no fue indoloro. Organizaciones civiles y la Defensoría del Pueblo advierten que la única vía directa al aeropuerto la avenida Morales Duárez puede colapsar en hora pico, y que la futura estación del Metro llegará recién dentro de tres años. La Tarifa Unificada de Uso de Aeropuertos (TUUA), que subió para costear la expansión, también levanta cejas entre los viajeros de tránsito.

En paralelo, el negocio aéreo peruano pisa el acelerador en 2024 el país cerró con un récord de 24,5 millones de pasajeros, y las aerolíneas programaron más de 30 millones de asientos para 2025. Con el nuevo Jorge Chávez, Lima quiere convertirse en el “hub” natural entre Norteamérica y el Cono Sur, compitiendo de tú a tú con Bogotá y Panamá.

Para los dominicanos y cualquier caribeño que vuele a la costa del Pacífico esto significa conexiones más fluidas, equipos de última generación en control migratorio y, sobre todo, menos escalas incómodas. Si las promesas de eficiencia y los planes de acceso se cumplen, el Callao podría levantar ron y ceviche para celebrar que la región tiene un nuevo punto de encuentro digno del siglo XXI.

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