Un Gainbridge Fieldhouse teñido de azul y oro vio cómo los Pacers de Indiana pasaban el rodillo sobre los Bucks de Milwaukee, 129-103, para colocarse 3-1 en la serie de primera ronda de la Conferencia Este. Myles Turner encabezó la fiesta con 23 puntos y una defensa feroz en la pintura, mientras que Tyrese Haliburton manejó el timón con 17 tantos y 15 asistencias en solo 31 minutos. Indiana encestó un asombroso 60,2 % de sus tiros y repartió 36 asistencias, un síntoma claro del baloncesto coral que viene practicando todo el año.
El duelo cambió de tono cuando Damian Lillard abandonó la cancha a mitad del primer cuarto; el armador cayó sin contacto y de inmediato se sujetó la pierna izquierda, dejando al Fiserv Forum y a todo Milwaukee en vilo. Con el score 15-12 a favor de Indiana en ese momento, los Pacers pisaron el acelerador y nunca miraron atrás.
La baja de Lillard fue un golpe anímico del que los Bucks jamás se repusieron. El parte extraoficial apunta a un posible desgarro del tendón de Aquiles, lesión que pondría fin a su post-temporada apenas dos partidos después de haber retornado de un tratamiento por trombosis venosa profunda. El propio técnico Doc Rivers no escondió la preocupación: “Siendo honesto, no pinta nada prometedor”, admitió en sala de prensa.
Mientras la superestrella abandonaba el parquet, Indiana desplegaba un arsenal ofensivo difícil de contener: Andrew Nembhard (20 puntos), T.J. McConnell (15), Aaron Nesmith (14) y un banquillo que aportó 38 tantos mantuvieron la llave a presión. La rotación amplia le da a Rick Carlisle la tranquilidad de saber que siempre hay un hombre listo para romper el marcador.
Del lado de Milwaukee, Giannis Antetokounmpo se fue con 28 puntos, 15 rebotes y seis asistencias, pero quedó demasiado solo. La banca apenas sumó 22 unidades y Kyle Kuzma continuó su serie para el olvido (3-de-6 en tiros, tres puntos). Para colmo, los Bucks arrastran ocho derrotas seguidas en playoffs fuera de casa, incluidas cinco al hilo en la capital de Indiana.
El panorama luce espinoso. Game 5 se jugará este martes 29 de abril en Indianápolis; si los Pacers ganan, mandan de vacaciones a unos Bucks mermados por segundo año consecutivo. Remontar un 3-1 es casi una hazaña mitológica solo trece equipos lo han logrado en 77 años, y ninguno lo ha hecho sin al menos uno de sus máximos anotadores sanos.
Más allá de la serie, el posible desgarro de Lillard agita viejos fantasmas: Kevin Durant, Klay Thompson y Kobe Bryant también vieron frenadas carreras de MVP por la misma lesión. Los tiempos de recuperación rondan el año, un lapso que obligaría a Milwaukee a repensar su proyecto a corto plazo.
Si algo ha dejado claro Indiana es que su ofensiva no depende de un solo cañón. Con la serie de regreso a su hogar y un público que ruge en cada transición, los muchachos de Carlisle huelen sangre. Si mantienen la puntería y la disciplina defensiva, todo apunta a que el martes podría escribirse el punto final.