Un vistazo a los archivos genealógicos acaba de darle un nuevo giro a la historia familiar del papa León XIV, nombre eclesiástico de Robert Francis Prevost. Documentos de Family Search confirman que su abuelo materno, Joseph Narval Martínez, nació el 8 de enero de 1864 en Luisiana, un estado marcado desde el siglo XIX por la huella de la diáspora haitiana.
Según detalla la agencia EFE, la investigadora Francia María García cotejó actas de matrimonio y otras constancias civiles que vinculan a Martínez y a su esposa Rosa Ramos con esa comunidad migrante asentada en Nueva Orleans.
La presencia haitiana en Luisiana no es un pie de página menor tras la Revolución de Haití (1791-1804) y las expulsiones de 1809 desde Cuba, unos 10 000 refugiados libres y esclavizados duplicaron la población de Nueva Orleans y reconfiguraron su tejido cultural. Ese trasfondo explica que familias como la de Martínez conservaran apellidos francófonos y tradiciones afrocaribeñas que, con el tiempo, se mezclaron con la identidad criolla luisiana.
El propio León XIV ha subrayado en varias entrevistas que “viene de una casa donde se hablaban más de dos idiomas y la fe católica era el pegamento familiar”. Nacido en Chicago en 1955, con ciudadanía peruana debido a sus décadas de misión en el país andino, el pontífice encarna un cruce de raíces europeas, latinoamericanas y ahora gracias al hallazgo caribeñas.
Este matiz haitiano en la genealogía papal refuerza la tendencia de los últimos pontífices a representar iglesias cada vez más globales Juan Pablo II puso a Polonia en el mapa vaticano, Francisco llevó el acento porteño a Roma y León XIV, primer papa estadounidense-peruano, añade ahora un eco haitiano a la sede de Pedro. Para comunidades católicas de Haití y su diáspora, el dato es algo más que folclor es un recordatorio de que la historia de la Iglesia también se escribe desde los márgenes y las migraciones.
A corto plazo, este descubrimiento podría traducirse en gestos simbólicos una visita a Puerto Príncipe o un mensaje dedicado a la resiliencia haitiana que alineen la pastoral del nuevo papa con su propia narrativa familiar. Más allá de la anécdota, la noticia subraya la interconexión de las Américas y la vigencia de Luisiana como crisol cultural, recordándonos que las raíces, igual que la fe, rara vez siguen fronteras fijas.