Protestas contra Jeff Bezos en Venecia por su boda e impuestos

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Una manta colosal cubrió buena parte de la Plaza de San Marcos en pleno corazón de Venecia: “If you can rent Venice for your wedding, you can pay more tax”. La acción, orquestada por Greenpeace Italia y el colectivo británico Everyone Hates Elon, abrió la semana nupcial de Jeff Bezos y Lauren Sánchez con un mensaje tan directo como elocuente los superricos deben aportar más al fisco y al planeta.

Según la agencia EFE, la lona de 20 × 20 metros con el rostro del fundador de Amazon es la segunda que aparece en la ciudad en menos de un mes, evidenciando la incomodidad que genera entre activistas el derroche asociado a la boda.

La policía retiró la pancarta en minutos, pero la polémica ya estaba servida. Horas después, voceros de Greenpeace remarcaron que “los privilegios de unos pocos están pasando factura climática a millones”. El rechazo no quedó ahí presiones locales obligaron a mover parte del festejo del histórico palacio Scuola Grande a un recinto más blindado en el Arsenal, mientras grupos prometen bloquear los accesos con barcazas inflables.

El trasfondo excede la postal romántica. Un estudio de Oxfam recuerda que el 1 % más rico emite más del doble de CO₂ que la mitad más pobre de la humanidad. A eso se suma el cálculo del EU Tax Observatory un impuesto mínimo del 2 % sobre grandes fortunas europeas generaría hasta 67 000 millones de euros anuales, suficiente para “neutralizar la regresividad” de los sistemas tributarios actuales.

Venecia, ya saturada por el turismo masivo, enfrenta su propio dilema. La llegada de casi 200 invitados en 95 jets privados según datos compilados por Bloomberg reavivó el debate sobre la huella ecológica de la ciudad y la reciente tasa de entrada al casco histórico. Ante la presión, Bezos donó un millón de euros al consorcio científico Corila para la protección de la laguna, gesto que muchos ven como “parche” frente a un modelo de derroche continuo.

El choque entre glamour y justicia fiscal se ha vuelto habitual en Europa, pero Venecia ofrece un escaparate único calles estrechas, góndolas icónicas y un tejido vecinal que se encoge cada año. Mientras el concejal de Turismo minimiza la boda como “acto privado”, plataformas locales como No Space For Bezos preparan marchas para el 28 de junio con la consigna de defender la ciudad “del alquiler total al mejor postor”.

Queda claro que el enlace dorado no es solo asunto de corazones pone sobre la mesa la pregunta de fondo. ¿Debe un millonario contribuir más cuando privatiza, aunque sea por un fin de semana, uno de los patrimonios culturales más frágiles del mundo? La respuesta al ritmo de pancartas, donaciones y, quizá, un nuevo impuesto continental se está escribiendo en los canales venecianos.

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