En un anuncio que tomó por sorpresa a más de uno, el presidente ruso Vladímir Putin declaró un alto el fuego de 30 horas de 6:00 p. m. (hora de Moscú) de este sábado hasta la medianoche del domingo al lunes con motivo de la Pascua ortodoxa. El Kremlin afirmó que la pausa obedece a “consideraciones humanitarias” y ordenó a sus tropas mantenerse alertas ante cualquier provocación ucraniana.
Según EFE, Putin subrayó que la decisión pondrá a prueba “la sinceridad del régimen de Kiev” y su disposición a negociar la paz. El mandatario, un creyente confeso, planea asistir esta noche a la vigilia pascual en la Catedral de Cristo Salvador en Moscú, gesto que combina liturgia y cálculo político.
Pero en Kiev, el anuncio cayó como otra jugada propagandística. El presidente Volodímir Zelenski reprochó que, aun mientras Moscú hablaba de tregua, los radares ucranianos seguían detectando drones explosivos sobre varias ciudades. Zelenski calificó la iniciativa de “intento más de Putin de jugar con vidas ajenas” y exigió una suspensión “real y verificable” de los ataques.
La tensión sube otro grado por la presión de Washington. El presidente Donald Trump dio un ultimátum: si “en cuestión de días” no se palpan avances concretos en las conversaciones, Estados Unidos podría “pasar de largo” y retirarse del proceso de paz. Diplomáticos europeos temen que un portazo de la Casa Blanca frene el flujo de ayuda militar a Kiev y reordene los equilibrios sobre el terreno.
Moscú, sin embargo, se arropa en nuevos aliados. En las últimas semanas, Putin ha elogiado la expansión de los BRICS y la adhesión de Indonesia, asegurando que el bloque “representa a la mayoría global” y respalda una salida “justa” al conflicto. Voces en Brasil y Sudáfrica ven en la tregua una oportunidad para relanzar una mesa multilateral donde también podrían sentarse China y, sorprendentemente, Corea del Norte.
¿Humanitarismo o cálculo?
A primera vista, una pausa con motivo de la Pascua encarna un gesto espiritual. Pero analistas militares resaltan que las 30 horas coinciden con la rotación de varios batallones rusos desplegados en los alrededores de Járkiv y Zaporiya. A juicio del coronel (r) andaluz José Luis Martin Ovejero, consultado por este redactor, “detener el fuego justo cuando necesitas reabastecer artillería es, francamente, conveniente”.
Por su parte, la ONG International Rescue Watch contabiliza ya más de 8 000 civiles evacuados en los últimos tres días a causa de los bombardeos rusos sobre Nikopol y Mikolaiv. Un cese temporal permitiría abrir corredores para traslado de heridos y abastecimiento de hospitales que ahora mismo trabajan “al filo de lo imposible”, como describe la doctora Natalia Mytrofanova, jefa de urgencias en Dnipró.
Ecos de treguas pasadas
No es la primera vez que Moscú mueve la ficha religiosa. En enero de 2023, Putin ofreció un cese por la Navidad ortodoxa que duró lo que un merengue en plena fiesta: menos de 24 horas. En marzo de este año intentó una “tregua energética” de 30 días, supuestamente para reparar infraestructura crítica; Kiev denunció más de un centenar de violaciones. Hoy, la experiencia pesa y provoca escepticismo en la resistencia ucraniana.
Lo que viene Semana Mayor decisiva
Si la pausa se cumple a cabalidad, será la más extensa desde la ofensiva rusa de febrero de 2022. Si se rompe, Estados Unidos podría descolgarse de la negociación y dejar vía libre a iniciativas de Pekín o de un foro BRICS recargado. En cualquier escenario, la Pascua ortodoxa de 2025 marcará si la comunidad internacional avanza hacia una mesa seria o sigue apostando, a ciegas, por la fuerza.