Fenway Park volvió a sentirse como patio de barrio este lunes cuando Roman Anthony, apenas con 20 abriles encima, se paró en el right field y en el quinto turno del lineup ante Tampa Bay. El muchacho subió con el dorsal 48, pero lo que de verdad pesó fue la expectativa de una fanaticada ansiosa por ver si su bate de poder puede sacar a Boston del limbo en el que ha navegado toda la temporada.
Según MLB Pipeline, Anthony llega con la etiqueta de prospecto número uno de todo el béisbol, una distinción que ningún novato de los Medias Rojas había ostentado en su estreno. La organización decidió echar mano de su perla luego de un estacazo de 497 pies en Worcester que puso a temblar las redes sociales y, de paso, confirmó que su combinación de disciplina y fuerza no es puro humo.
Ese poder no viene solo en Triple A dejó línea de .288/.423/.491 con 10 cuadrangulares y 29 impulsadas en 212 turnos, números que para muchos scouts evocan el impacto inmediato que ofrecieron Juan Soto o Bryce Harper a su edad. Además de su guante versátil, su control de la zona se traduce en un porcentaje de boletos cercano al 15 %, una rareza en bateadores tan jóvenes.
Para abrirle espacio, el club envió al venezolano Wilyer Abreu a la lista de lesionados (oblicuo) y designó para asignación al inicialista Ryan Noda. El mánager Alex Cora quien no suele repartir elogios gratuitos dijo que “ahora mismo, Roman está listo para ayudar de la forma que sea”, dejando claro que el plan es mover a Jarren Durán al central y rotar piezas con Ceddanne Rafaela cuando haga falta.
La apuesta también responde a la presión del calendario Boston llegó al juego a solo un triunfo de la marca de. 500 y venía de dos victorias corridas, por lo que la directiva olió el momento perfecto para sacudir el clubhouse y prender la chispa competitiva.
Todo encaja con la filosofía que el equipo viene puliendo desde hace tres años desarrollar un tridente ofensivo Anthony, Marcelo Mayer y Kristian Campbell basado en ciencia de datos, túneles de bateo de última generación y una cultura competitiva donde se vacilan pero se exigen al máximo. Esa visión, reseñada en un reportaje de ESPN, busca que el trío sea la prueba piloto de un nuevo método de bateo que Boston pretende exportar a todo su sistema.
Históricamente, la franquicia ha estrenado prospectos de a dos Garciaparra-Nixon en 1996, Papelbon-Ramírez en 2005 o Bogaerts-Bradley Jr. en 2013. Sin embargo, nunca había tirado al ruedo a un número uno global y a sus dos escuderos en la misma campaña, lo que convierte el 2025 en un laboratorio a cielo abierto para evaluar si esa estrategia puede traducirse en banderines.
En lo inmediato, Anthony tendrá el foco encima cada vez que se pare en la caja, pero también la oportunidad de servir de ancla emocional para un clubhouse que extrañaba un talento generacional. Si responde rápido, el equipo ganará potencia zurda, flexibilidad defensiva y, quién sabe, un empujón anímico suficiente para meterse de lleno en la pelea por el comodín en agosto. De lo contrario, será parte del aprendizaje que todo proceso de reconstrucción exige.
Sea cual sea el desenlace, el chamaco ya cambió el ambiente en Boston el Fenway volvió a llenarse de ilusión y, como decimos en el patio, el juego ahora se puso bueno.