Una noche de disfrute se transformó en pesadilla cuando el techo de la discoteca Jet Set, en Santo Domingo, se vino abajo sin aviso. El suceso dejó un panorama desolador y sumó decenas de familias a la desesperada lista de quienes buscan a sus seres queridos, mientras autoridades y rescatistas siguen removiendo escombros con la esperanza de hallar señales de vida. El ambiente en las inmediaciones, marcado por ambulancias y voluntarios, refleja el profundo pesar de una nación que no esperaba una tragedia de esta magnitud.
Tal como reportaron “deultimominuto” y el periodista Héctor Romero, el Ministerio de Salud Pública, junto al Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), mantiene un operativo intenso para la identificación y entrega de los cuerpos. Según se ha informado, ya se han realizado cifras récord de autopsias, un paso fundamental para acortar la angustia de quienes todavía no saben el paradero de sus familiares. La ampliación de la capacidad en varios centros médicos, incluyendo el Padre Billini, Mario Tolentino Dipp y el Hospital de la Mujer, constituye una respuesta inmediata para evitar mayores retrasos.
En medio de la desolación, emergen datos de otras fuentes oficiales que han contextualizado el incidente. De acuerdo con un informe preliminar de la Defensa Civil, la estructura del local carecía de mantenimientos recientes, un detalle que inquieta a la ciudadanía y abre interrogantes sobre la supervisión de espacios públicos. Por su parte, organizaciones como la Oficina Nacional de Estadística (ONE) registran un incremento en el número de eventos multitudinarios en el país durante la última década, lo que pone en la mira la urgencia de normativas más estrictas y revisiones técnicas periódicas para prevenir desgracias similares.
Fuentes del sector turístico señalan que la vida nocturna de la capital ha crecido de forma acelerada, una situación que demanda mayor atención a la seguridad y a la regulación de aforos en espacios de ocio. Aunque la sociedad dominicana siente un golpe muy duro tras esta pérdida irreparable, persiste la confianza en que se reforzarán controles y se tomarán nuevas medidas para impedir situaciones que atenten contra la vida humana.
Los habitantes de Santo Domingo, solidarios como siempre, continúan ofreciendo ayuda. Grupos comunitarios reúnen donaciones, mientras voluntarios y socorristas refuerzan los esfuerzos de búsqueda en cada rincón afectado por el colapso. Las autoridades aseguran que el proceso de entrega de cuerpos seguirá siendo la prioridad hasta que cada familia reciba una respuesta digna y adecuada. Aunque el camino sea largo, la esperanza de evitar cualquier confusión en la identificación impulsa a no detener las labores ni un solo instante.