Un lunes que pintaba rutinario terminó en tragedia para los vecinos del Malecón de San Pedro de Macorís. Allí, en la calle Sánchez, el suplidor de masa para empanadas y colmadero del barrio Miramar, Leónidas “Brito” Brito Pérez, de 38 años, perdió la vida cuando una yipeta lo embistió y siguió de largo, dejándolo tendido junto a su motocicleta, con golpes mortales en la cabeza y el cuerpo. Las sirenas del 9-1-1 apenas tuvieron tiempo de llegar Brito llegó sin signos vitales al hospital Antonio Musa.
Tal como informa el portal Deultimominuto, Brito transitaba hacia uno de sus puntos de entrega cuando ocurrió el impacto. El conductor, aún no identificado, huyó del lugar, mientras agentes de la Digesett y la Policía acordonaban la escena, buscando cámaras que revelen la placa del vehículo fugitivo.
Quienes conocían a Brito confirman que era el “hombre del madrugón” a las cinco ya repartía masa en colmados y cafeterías para ganarse el sustento de sus tres hijos. Esa rutina, la misma que sostiene a miles de motoconchistas y suplidores informales en todo el país, también los pone en la primera línea de riesgo. Sólo en 2024, 1,802 dominicanos fallecieron en accidentes de tránsito, y más de dos tercios iban sobre un motor, según cifras de la Digesett compiladas por Panorama.
El ritmo no ha aflojado en 2025. Un informe del Ministerio de Interior y Policía revela que se registran 217 accidentes diarios en lo que va de año; la mayoría involucra motocicletas, el transporte “de los pobres” pero también el más letal. A eso se suma que el 70 % de los fallecidos en carreteras son motoristas, de acuerdo con el Observatorio Permanente de Seguridad Vial, lo que confirma un patrón que se repite cada año.
La pregunta que arde entre familiares y vecinos es por qué, pese a la Estrategia Nacional de Seguridad Vial y las campañas de casco obligatorio, la cifra de muertos no baja. Expertos consultados por este diario señalan tres fallas clave poca vigilancia en vías urbanas, multas que casi nunca se cobran y una cultura de “manejo a la mala” que normaliza la fuga del responsable, como ocurrió con Brito.
Mientras las autoridades rastrean al conductor, Miramar despide hoy a un padre trabajador en un ataúd prestado la comunidad hizo una colecta para el velorio y vuelve a poner sobre la mesa un debate ya conocido si montar motor seguirá siendo sentencia de muerte, o si, algún día, las políticas de tránsito dejarán de quedarse en papeles.