La leyenda viva de la Motown, Smokey Robinson, fue sacudida este martes por una demanda civil en la que cuatro exempleadas domésticas lo acusan de violación, agresión sexual y detención ilegal, reclamando al menos 50 millones de dólares en daños y perjuicios.
Según la nota distribuida por la agencia AFP, la querella presentada ante la Corte Superior de Los Ángeles también involucra a su esposa, Frances Robinson, a quien se le atribuye haber tolerado o fomentado un ambiente laboral hostil.
De acuerdo con los documentos judiciales, los presuntos abusos se habrían cometido de forma reiterada entre 2007 y 2024 en la residencia del artista en Chatsworth y en una casa de Las Vegas. Una de las demandantes asegura que sufrió al menos siete agresiones durante poco más de un año de empleo; otra, que fue atacada “más de veinte veces” en un periodo de cuatro años. Las cuatro mujeres permanecen en el anonimato, práctica habitual en procesos de delitos sexuales en Estados Unidos.
El equipo legal de Robinson, de 85 años, rechazó las imputaciones y calificó la demanda de “método infame para sacar dinero”, anunciando que presentará pruebas que sostienen desmontarán cada señalamiento.
Para muchos, la caída del compositor de “Tracks of My Tears” resulta impactante hablamos de un miembro fundador de The Miracles, héroe del Salón de la Fama del Rock & Roll y autor de éxitos que moldearon el soul. Apenas el mes pasado promocionaba en redes su nuevo sencillo, “What the World Needs Now”, su primer material inédito en varios años.
No obstante, el caso de Robinson no es un episodio aislado. Desde que el movimiento #MeToo sacudió Hollywood en 2017, la industria musical ha visto procesos sonados contra figuras como R. Kelly y Diddy, revelando vacíos estructurales en la protección de empleados domésticos y asistentes personales. La propia Asamblea de California endureció en 2023 los plazos de prescripción para demandas civiles por abuso, lo que explica por qué hechos presuntamente iniciados en 2007 aún pueden ventilarse en tribunales.
Si las demandantes logran demostrar los patrones de agresión y el consentimiento viciado por la relación laboral, Robinson no solo enfrentará un golpe económico mayúsculo; su legado artístico también quedaría en entredicho. Expertos legales consultados apuntan que los jueces californianos suelen exigir un estándar probatorio robusto, pero el clima cultural actual favorece a quienes rompen el silencio tras años de miedo y dependencia económica.
Por ahora, el ícono de Detroit guarda cautela pública. Su esposa dice sentirse “tan sorprendida como cualquiera” y evita más declaraciones. La defensa tendrá que contrarrestar un expediente con años de supuestas conductas depredadoras, mientras la Fiscalía evalúa si abre una investigación penal paralela.
Lo que ocurra en la sala de audiencias podría redefinir la narrativa sobre uno de los compositores más influyentes del siglo XX. Y, de paso, enviar otro mensaje claro a la industria el poder y la fama ya no garantizan impunidad cuando las víctimas deciden alzar la voz.
