La popular aplicación de videos cortos, conocida por sus desafíos virales y contenido fresco, se encuentra nuevamente en la mira de las autoridades estadounidenses. Entre la perspectiva de restricciones y las negociaciones con varias compañías, el cierre o la supervivencia de la plataforma podría definirse antes del fin de semana, situación que pone en vilo a millones de usuarios jóvenes que obtienen entretenimiento y noticias desde sus teléfonos móviles.
De acuerdo con las informaciones que circulan en EFE, el Gobierno de los Estados Unidos tiene previsto zanjar el futuro de TikTok en cuestión de horas, tras una prórroga de 75 días concedida para que la empresa matriz china, ByteDance, se desligue de cualquier influencia considerada riesgosa para la seguridad nacional. En medio de este ambiente de tensión, surgieron reportes que apuntan a gigantes tecnológicos como Amazon, Oracle y Microsoft como eventuales compradores. Algunos reportes de prensa en The New York Times corroboran que Amazon presentó una oferta formal, aunque se desconoce si logrará un acuerdo definitivo.
Expertos en ciberseguridad consultados por la firma de análisis Data.ai comentan que varios gobiernos alrededor del mundo, incluyendo la India y algunos países de Europa, han tomado medidas similares en el pasado, impulsando debates sobre la protección de datos y el auge de las redes sociales de origen asiático. Tanto funcionarios públicos como líderes del sector tecnológico insisten en la importancia de conciliar la apertura de mercado con la protección de los datos personales de los usuarios, un tema que se ha vuelto delicado en la arena diplomática.
Diversas fuentes del ámbito político en Washington adelantan que, aunque el panorama aún no está resuelto del todo, hay un ambiente de urgencia por evitar el cese total de la aplicación en territorio estadounidense. Más allá de los intereses económicos en juego, esta plataforma registra cifras que rondan los 170 millones de usuarios en Estados Unidos, un público numeroso que no desea quedarse sin uno de sus principales medios de expresión y consumo de contenido. En cualquier caso, el desenlace podría marcar un precedente importante en la relación entre las grandes tecnológicas internacionales y las regulaciones estatales.