El mundo del espectáculo nipón amaneció de luto cuando las autoridades confirmaron que Mizuki Itagaki, estrella de dramas juveniles y exintegrante del grupo idol M!LK, fue encontrado sin vida en Tokio el pasado 17 de abril. Tenía apenas 24 años y llevaba desaparecido desde finales de enero.
la familia del joven actor reveló que Mizuki atravesaba un delicado proceso de salud mental y, tras varios meses de búsqueda, la policía notificó a los suyos el hallazgo del cuerpo. En un comunicado, agradecieron a los fanáticos por el apoyo constante y ofrecieron disculpas por la demora en informar, un gesto que conmovió a los seguidores del artista en todo el mundo.
La noticia estremeció a la comunidad doramera porque Itagaki representaba la nueva camada de talentos que, con apenas un puñado de años en pantalla, ya se había ganado un lugar en producciones como Seirei no Moribito, Black Cinderella y First Love Loss Time. Medios como el Hindustan Times detallaron que el actor había decidido retomar su carrera en junio de 2024, luego de un paréntesis motivado precisamente por episodios de depresión.
Una crisis silenciosa en la industria
El caso de Mizuki reabre el debate sobre la presión que recae sobre las figuras del entretenimiento japonés. Aunque Japón logró reducir su tasa de suicidios a 16,4 por cada 100 000 habitantes en 2024la segunda cifra más baja desde que existen registrosel mismo informe del Ministerio de Salud advierte que los suicidios entre estudiantes alcanzaron un máximo histórico de más de 500 casos el año pasado. La Organización Mundial de la Salud subraya que, pese a los avances de la estrategia nacional de prevención lanzada en 2006, el suicidio sigue siendo la cuarta causa de muerte entre jóvenes a nivel global.
En el competitivo ambiente de la televisión y el J‑pop, donde los artistas suelen firmar contratos que regulan desde la apariencia física hasta sus actividades cotidianas, la carga emocional se multiplica. Casos recientes, como los de Haruma Miura (2020) o la veterana Miho Nakayama (2024), demuestran que la fama no siempre blinda contra la soledad ni el agobio.
El legado de un talento prometedor
Nacido en octubre de 2000, Itagaki debutó con 17 años en Seirei no Moribito y encadenó papeles en series históricas y comedias románticas. Su versatilidad lo llevó a la gran pantalla con Drop y a proyectos web como Black Girl’s Talk. El cierre abrupto de su carrera deja interrogantes pero también un catálogo breve y luminoso que convirtió al joven en referente para muchos fanáticos fuera de Japón, incluidos los dominicanos que siguen fielmente los doramas en plataformas de streaming.
Reflexión final
La muerte de Mizuki Itagaki no solo enluta al fandom asiático; también nos recuerda que, detrás de cada rostro famoso, hay batallas internas que merecen ser atendidas con empatía y políticas públicas robustas. El gobierno japonés ha reforzado sus líneas de asistencia y campañas escolares, pero el desafío persiste romper el estigma y garantizar ayuda temprana para que historias como la de Mizuki no se repitan.
Para quienes atraviesan momentos difíciles, existen líneas de apoyo disponibles las 24 horas en la mayoría de los países. Hablar, buscar ayuda profesional y apoyarse en la comunidad siguen siendo pasos clave para salvar vidas.
