Un choque entre una motocicleta y una patana volvió a teñir de luto la carretera Sabana de la Mar Miches la tarde de ayer, mientras que, a primera hora del día, un carro de concho embistió la Terminal 1 del Teleférico de Santiago. Dos escenarios distintos, pero unidos por un mismo clamor la urgencia de tomar en serio la seguridad vial en el país.
Según CDN, a las 3:15 p. m. del lunes 28 de abril, la patana impactó la motocicleta donde viajaban el niño haitiano Keili, la señora Suaz Imelio y un hombre de 34 años. El menor perdió la vida en el acto y los adultos fueron trasladados en estado delicado a centros de salud de la zona. Las autoridades de tránsito trabajan en el levantamiento de la escena para determinar responsabilidades y causas del siniestro.
La sombra de los motores
La muerte del pequeño Keili revive viejas estadísticas más del 65 % de los fallecidos en accidentes de tránsito en 2024 iban sobre dos ruedas, de acuerdo con el último informe del Observatorio Permanente de Seguridad Vial (OPSEVI). Ese mismo reporte indica que, solo el año pasado, la República Dominicana cerró con 3 114 víctimas mortales, cifra que mantiene al país entre los líderes latinoamericanos en letalidad vial.
Para el ingeniero vialista Luis Estrella, entrevistado por este medio, la brecha entre los motociclistas y el resto de los usuarios “se ensancha porque el casco sigue sin ser costumbre y la fiscalización es irregular”. El especialista propone reforzar los retenes aleatorios de la DIGESETT y exigir chalecos reflectivos obligatorios en todo momento.
Golpe en el aire, susto en tierra
Horas antes, a las 8:25 a. m., un carro de la ruta PA 127 se estrelló contra la fachada de la estación del Teleférico de Santiago. De acuerdo con un comunicado del Fideicomiso para el Desarrollo del Sistema de Transporte Masivo (FITRAM), no se reportaron heridos porque la instalación permanecía cerrada por mantenimiento programado del 21 al 30 de abril. Personal del Cuerpo Especializado para la Seguridad del Metro y el Teleférico (CESMET) detuvo al conductor y asumió el control de la escena.
Aunque los daños fueron únicamente materiales, el incidente encendió la alarma sobre la necesidad de crear “zonas de amortiguamiento” alrededor de infraestructuras críticas de transporte. FITRAM aseguró que fortalecerá la señalización horizontal y vertical en las vías adyacentes a las estaciones, además de revisar los protocolos de acceso de vehículos particulares durante paradas técnicas.
Entre la urgencia y la cultura vial
Para la socióloga Ruth Marte, los accidentes de tránsito en zonas rurales como el tramo Sabana de la Mar–Miches revelan “una peligrosa mezcla de imprudencia y falta de alternativas de movilidad”. Las guaguas escasean, la motocicleta reina y, donde hay prisas, sobran descuidos. El diputado Tobías Crespo lo advirtió meses atrás “Las motocicletas nos mantienen en el podio de la muerte”, apuntando a que RD encabeza la lista regional de fallecidos por cada 100 000 habitantes .
En contraste, el choque en la terminal del teleférico muestra que los peligros no distinguen entre obras modernas y carreteras rurales si la supervisión flaquea, la tragedia toca la puerta igual. De ahí que expertos sugieran revisar el Manual de Control de Tráfico Urbano para incorporar auditorías de seguridad posconstrucción en cualquier proyecto de transporte público.
Mirando hacia adelante
El Ministerio de Obras Públicas, la DIGESETT y FITRAM han prometido una vez más “endurecer los operativos de vigilancia”. Sin embargo, la experiencia indica que los golpes de timón pierden fuerza con el tiempo. La solución de fondo, coinciden los analistas, pasa por tres ejes educación continua desde las escuelas, licencias más estrictas y un régimen de consecuencias que no se quede en multas simbólicas.
Mientras tanto, en Sabana de la Mar velan a un niño que nunca llegó a los diez años y, en Santiago, los obreros reparan una estación recién inaugurada. Dos escenas que retratan el mismo problema y que deberían bastar para recordarnos que, en cuestión de segundos, la vía más corta puede convertirse en la más amarga.
